Qué es la sisifemia: los síntomas del nuevo trastorno laboral por exigirse demasiado

Intentar llegar a todo, ser perfectos, y cumplir las expectativas que los demás han puesto en nosotros puede ser tan nocivo como inútil, puesto que se trata de una espiral sin fin en la que pierde el individuo que se exige lo que no puede dar.
Fijar la vista muchas horas afecta a la salud ocular
La autoexigencia laboral tiene consecuencias en la salud emocional y física.
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Fijar la vista muchas horas afecta a la salud ocular

Lo que denominamos 'sisifemia' en España es uno de los problemas más habituales en el entorno laboral: personas atrapadas en trabajos que solo les proporcionan desmotivación, en los que se exigen cada vez más sin obtener una recompensa de ningún tipo a cambio, y que puede generar problemas de salud importantes.

Procedente de la mitología griega (Sísifo, rey condenado a una vida monótona) este término habla de la obsesión por el resultado final y la aprobación ajena, carente de autoestima, y de la falta de sentido y significado a nuestras tareas laborales habituales. La sisifemia tiene mucho que ver con la falta autoestima y la necesidad constante de validación externa.

Hablamos de este concepto que provoca tanta frustración con la psicóloga de MD Anderson C.C.M. Fátima Castaño, que opina que el principal problema es el exceso de autoexigencia y la incapacidad de poner límites o decir 'no' cuando corresponde.

Los peligros de la tendencia a la sobreexigencia

A pesar de que la doctora considera que la palabra 'sisifemia' no se utiliza como terminología diagnóstica técnica, el concepto se fundamenta "en la tendencia de la sociedad actual a la sobreexigencia, a esa falta de capacidad para decir 'no' que resulta tan nociva para la salud mental".

Una mujer escribe mensajes en su teléfono móvil por la calle.
Las redes sociales tienen mucha 'culpa' del nivel extremo de autoexigencia, por querer llegar a esa 'perfección'.
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"Me encuentro a menudo, en especial en lo que se refiere al entorno laboral, con que los pacientes establecen unos objetivos demasiado elevados. Si nos apuntamos a hacer deporte hay que darlo todo y llegar a metas inalcanzables; si iniciamos un trabajo nuevo, queremos ascender rápido y que nuestro sueldo suba y suba; si somos madres, tenemos que ser supermujeres que lleguen absolutamente a todo…"

En general, nos generamos demasiadas expectativas a nivel social, alimentadas en gran parte por las redes sociales en las que sólo se comparte lo bueno, y damos por hecho que así debe ser. La psicóloga expone que "nos autoimponemos llegar a los estándares de calidad que vienen predeterminados socialmente, sin poner ningún tipo de filtro. Hay que llegar y no nos planteamos 'no poder llegar'".

¿Qué puede pasar cuando nos exigimos demasiado?

Esta tendencia social generalizada a decir que 'sí' a todo, a buscar la perfección constante en el entorno laboral, a cumplir con lo que los demás esperan de nosotros, al ideal soñado… "nos puede llevar al colapso psicológico, al estrés desmedido, y a una frustración peligrosa por no poder cumplir con los requerimientos en los que nos embarcamos".

Europa podría perder del orden de 600.000 millones de euros como consecuencia de las bajas.
Cuando nos sentimos sobrepasados, tenemos que retomar los objetivos reales para no 'morir en el intento'.
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A partir de la frustración y la ansiedad que lleva consigo la sobreexigencia puede llegar el colapso "en forma de bajas laborales, de esa parada temporal absolutamente necesaria para reponernos de los estragos".

En consulta, como explica la especialista, "nos toca trabajar duro por volver a lo que deben ser nuestros estándares alcanzables; qué podemos hacer y qué no;  cuáles son nuestras funciones reales y objetivas en función del rol para el que hemos sido contratados, nuestro sueldo… y redefinir nuestro puesto recuperando el sentido común".

¿Dónde están los límites?

No saber decir que no, y asumir todas las tareas del mundo sin ningún control de posibilidades es un grave error que sólo puede ocasionarnos problemas importantes de salud, tanto mental como física, de puro agotamiento.

Una mujer resintiéndose de un dolor en el trabajo.
El agotamiento que provoca la sisifemia no es sólo físico, también emocional.
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Fátima Castaño habla de que "si lo que buscamos es una mejora o un ascenso en nuestro puesto de trabajo, que es lícito, es fundamental que orientemos nuestros objetivos y nuestros quehaceres en la dirección correcta, teniendo muy presentes siempre los límites necesarios para no morir en el intento".

Muchos os preguntaréis, si os sentís identificados con esa sobreexigencia, dónde están esos límites. La psicóloga considera que "el límite va a estar en nuestra propia capacidad, y en nuestra salubridad. Me encuentro demasiado a menudo a personas que no saben identificar las señales que a veces el organismo nos da, esas en las que alerta de la necesidad de un descanso".

La mejor forma de 'plantarnos'

Muchas veces, "la autoexigencia con nosotros mismos viene propiciada porque necesitamos encontrar la aceptación del otro. Necesitamos ese reconocimiento, que nos hace buscar siempre más y más, y entramos en un bucle interminable, un pozo sin fondo".

Buscar la aprobación ajena en el trabajo como ´ùnico objetivo es un error.
Buscar la aprobación ajena en el trabajo como ´ùnico objetivo es un error.
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Lo más importante es empezar a trabajar la autoestima personal, conseguir no estar tan condicionados al reforzamiento externo. La búsqueda en estos casos está dentro de nosotros, porque no podemos permitirnos ese desgaste personal tan brutal que supone pretender satisfacer siempre a los demás, la historia interminable".

Para poner límites, lo primero y más importante es aprender a parar y escucharnos. Desde el silencio interior será más fácil reconocer esas llamadas de atención del cuerpo, para poder prevenir mejor que curar. Descansar es la clave.

Como expone la psicóloga, "el trabajo es una parte importante de nuestras vidas, pero la vida social también lo es; poder tener espacio para disfrutarla y enriquecerla es básico".

Señales que alertan del problema

Algunas señales que pueden alertarnos de que la sisifemia se ha adueñado de nosotros "tienen que ver con las dificultades para concentrarnos, así como detectar fallos 'tontos' en el trabajo, malestar en las relaciones motivadas por las comparaciones y 'porque no llego a los objetivos'… y, por supuesto, la sensación de estrés asfixiante, la angustia diaria".

La 'niebla cerebral' hace referencia a dificultades para pensar, concentrarse o memorizar.
La dificultad para concentrarse es una señal que debe alertarnos de sisifemia
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Un malestar general prolongado en el tiempo es una señal inequívoca de que algo no marcha como debería, de que no somos felices con lo que hacemos y que la angustia se está adueñando de nuestras tareas. Una vez que lo hemos identificado, el siguiente paso será poner medidas.

Empezando por ajustar los ritmos y tiempos del trabajo, hay que tomarse en serio trabajar la autoestima para descubrir qué es lo que nos hace felices en el entorno laboral. 

El 60% está contento con su puesto de trabajo.
Para evitar colapsar hay que fijar objetivos reales, lo que nos hará ser más felices en el trabajo.

Una vez visualizamos los objetivos laborales reales, si es necesario solicitando ayuda, "debemos empezar a quitarnos todo aquello que sea accesorio o complementario, que no sea absolutamente necesario. La solución pasa por enfocarnos en cuestiones que sean saludables, que nos hagan sentir bien por nosotros mismos".

Para resumir el concepto de la sisifemia y todo lo que puede provocarnos el trastorno laboral de exigirnos demasiado, Fátima Castaño concluye que "todo esto tiene mucho que ver con la autoestima. Cuando está baja, nos lleva a buscar la complacencia ajena. Como no llegamos a todo, entramos en una especie de pozo sin fondo ni sentido. Querer encontrar el bienestar en que los demás nos refuercen positivamente por lo que estamos consiguiendo es el peor de los errores".

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