No voy a decir que soy más de la Selección española que nadie, pero no soy dudoso con el único equipo al que defiendo a capa y espada desde que de pequeño y a través de una ventana de la Casa de España en Suiza en el verano del 1966 vi jugar en blanco y negro a Iribar, Sanchis, Pirri, Eladio, Adelardo, Luis Del Sol, Suárez, Amancio o Gento. Era entonces el hijo de un emigrante que miraba sorprendido y con admiración a mi padre y a sus amigos emocionarse con el himno español para después verles vibrar con el equipo de su país. Desde aquel verano yo me hice seguidor eterno de aquellos jugadores que defendían el equipo de todos los 'currantes' que vivían lejos de España.

Después, mi camino me hizo seguir los pasos de la Selección a través de ocho Mundiales y siete Eurocopas además de sus correspondientes fases de clasificación. He sufrido tanto viéndoles perder una fase final detrás de otra, que cuando han venido los éxitos de la Selección, he llorado junto a mis hijos recordando a mi padre y a sus compañeros del andamio imaginándoles disfrutando por las calles helvéticas luciendo la estrella de campeones en el pecho. He vivido y sufrido tanto y tan cerca esa camiseta de España que me duele cuando escucho que nosotros, los periodistas, parece que sólo queremos contar lo malo de la Selección y que no ayudamos a allanar el camino hacia una posible final del Mundial.

Desde que comenzó este campeonato, por desgracia, España no ha jugado bien o todo lo bien que esperábamos de este equipo. Por eso, yo el primero, les he criticado y es así como creo que les ayudo. Si me conformara simplemente con el pase a octavos, no estaría siendo justo. No estamos aquí para ayudar diciéndoles a los jugadores lo guapos que son. A mi, mis maestros de la profesión me enseñaron a contarle a la gente la verdad de lo que veo, lo que siento. Así llevo haciéndolo desde hace 40 años. El mucho o poco respeto que me he ganado en esta profesión, lo he logrado siendo sincero y respetuoso con los deportistas y con la afición y así voy a seguir. Por lo tanto, no me pidan más veces que no seamos críticos con la Selección.

Los jugadores que están saliendo en conferencia de prensa estos días en Rusia se están mostrando disgustados, molestos y enfadados con la prensa que les está criticando pese a haber pasado como primeros a octavos. Felicidade,s pero no podía ser de otra manera. Los periodistas, al menos yo, no estamos para dorarle la píldora públicamente a ninguno de los jugadores de 'mi' Selección. Para mimarles y protegerles ya están los aficionados que les admiran, los directivos de la RFEF y su departamento de comunicación; los demás ya les adoraremos y elevaremos a los altares como hicimos cuando se bordaron la estrella de campeones en el corazón. Y si no fuera así, desde el respeto y con mucha educación, le contaremos a los aficionados los motivos por los que creemos que no se ganó.

No recuerdo haber escuchado la palabra gracias de la mayoría de jugadores cuando se ganaron las dos últimas Eurocopas o el Mundial de Sudáfrica por haberles ayudado. Sin embargo, siempre o casi siempre para la afición, directivos y jugadores, la prensa siempre fue culpable de no ganar. Ya está bien de quejarse del trato de los medios de comunicación porque todos somos de la Selección y queremos lo mejor para los que sudan la camiseta. Es más fácil llorar de alegría que de pena porque España no gane nada, y hablo con conocimiento de causa porque yo con España he perdido más que ganado. Os juro, jugadores de la Selección, que en las buenas y en las malas he intentado siempre ayudar, y en una y en otras, he metido los mismo goles que ahora estoy marcando en Rusia.

Por cierto, entre todos vamos el domingo a darles caña a esos hijos de Putin.