Las cosas pintaban muy mal para el Barça en el justo momento en el que el colegiado señaló el final de la Supercopa de España. La sensación, en ese instante, fue que hacía mucho tiempo que el proyecto del Real Madrid no estaba tan por encima del culé. A eso había que sumar la salida de Neymar y el hecho constatado de que su gran rival contaba con una de las plantillas más poderosas del mundo.

Gran error infravalorar a Leo Messi, el activo más devastador para ganar un campeonato a 38 jornadas. Justo mérito para Valverde, que supo focalizar la salida del brasileño y compensar un equipo que en el arranque de campeonato asentó en una gran capacidad para presionar, el excelente rendimiento de su pareja de centrales, y el nivelazo de ter Stegen, pilares trascendentales para recuperar el ánimo. Fue suficiente para que el crack argentino encontrase un hábitat propicio para decidir partidos una semana tras otra.

El Real Madrid, el pasado curso, necesitó de una súperplantilla para doblegar al '10' culé, que ya fue capaz de salvar sobre la bocina encuentros de forma inverosímil en el Vicente Calderón, el Sánchez Pizjuán o Mestalla. Para el equipo blanco fue imposible mantener tal fondo de armario, y quizás ahí se le escapó una regularidad innegociable si quieres ganarle un título de liga a Leo Messi. Se habla de pasillo al Barça por parte de los de Zidane el próximo 6 de mayo, pero más allá de debates extradeportivos, el pasillo se le hace al argentino si no llegas a los 90 puntos.