Mohamed Salah ha entrado en ebullición, como cuando un científico loco prueba con la mezcla de varios líquidos y acaba encontrando la fórmula mágica. Klopp tenía esperanza de descubrirla, qué duda cabe, porque el egipcio había demostrado en la Fiorentina y en la Roma tener cualidades para adaptarse perfectamente al plan de ataque habitual del técnico alemán, muy enfocado a transiciones muy verticales y explosivas, lo que casaba de maravilla con el estilo de juego del africano.

Lo que nadie esperaba es que a estas alturas de su primera temporada en Anfield llevase estas monstruosas cifras anotadores. De hecho y a pesar de conseguir buenos números en Roma, si se le podía poner un pero a su juego era la serenidad a la hora de definir, por lo que la enorme calma y seguridad mostrada en Inglaterra es la mayor de las sorpresas.

Lo que le faltaba era una monstruosa exhibición como la ejecutada en Anfield contra la Roma. El primer gol lo hubiese firmado Leo Messi, por la ejecución y por hacerlo en un partido trascendental, y a partir de ahí todo vino en cascada. Otra enorme definición para el 2-0, y dos asistencias para ayudar a su equipo a ampliar la renta. El partido no deja lugar a la duda: sólo está al alcance de una gran estrella Mundial. Pero, ¿es Salah tan bueno?

Es justo decir que su rendimiento a lo largo de toda la temporada no deja lugar a la duda. Sin embargo, hay que contextualizar que esa brutal confianza ha venido motivada por lo que le ha dado Jürgen Klopp. Por un lado, la responsabilidad de terminar las jugadas, ya que el delantero centro, Firmino, sale de esa zona y le permite ocupar lugar de remate, y por otro, ese plan de juego de robo y transiciones rápidas y verticales, que son oro para su tremenda velocidad.

¿Puede Salah rendir a este nivel en un Real Madrid? Yo si me tuviese que mojar, diría que no. La duda es si en el equipo blanco conseguiría una jerarquía de líder como la que tiene en Liverpool -en el equipo de Cristiano Ronaldo, ojo-, y sobre todo, si esa confianza y seguridad para acabar jugadas llegaría en un escenario de presión extrema como el del Bernabéu. Creer que sí es totalmente lícito, porque el egipcio se lo ha ganado, pero tener la idea de que este futbolista está rindiendo al 200% de sus posibilidades tampoco es descabellado.