ISABEL NERÍN. PSICÓLOGA Y PROFESORA DE LA UNIVERSIDAD DE ZARAGOZA
OPINIÓN

Salir del armario

Dos manifestantes portan banderas arcoíris antes de la manifestación del Orgullo Gay en Madrid.
Dos manifestantes portan banderas arcoíris antes de la manifestación del Orgullo Gay en Madrid.
J.J. Guillén / EFE
Dos manifestantes portan banderas arcoíris antes de la manifestación del Orgullo Gay en Madrid.

Según Wikipedia, el origen de la expresión "salir del armario" –modismo relativamente moderno– proviene directamente de la traducción literal de la frase anglosajona coming out of the closet, derivada, a su vez, de otra expresión anglosajona to have a skeleton in the closet, traducida como "un esqueleto en el armario" que significa tener oculto algo vergonzoso que no se quiere hacer público.

Aunque el término "salir del armario" se asocia en general con la declaración pública de la homosexualidad, es cierto que también se utiliza popularmente en otras situaciones, al referirse a una nueva condición o circunstancia de la persona que hasta el momento estaba oculta. Y así podríamos utilizar este "salir del armario" para otras condiciones, como por ejemplo, declararse feminista públicamente y sin complejos.

Durante años, el termino feminista se ha utilizado con un tono peyorativo y despectivo hacia las personas que se declaraban como tales, asociado con el retrato de mujeres que no cumplían con los estándares de feminidad establecidos socialmente, por lo que el término suscitaba cierto rechazo, por qué no decirlo, tanto en mujeres como en hombres. Pero, desde 2018, las cosas han cambiado mucho, o eso queremos pensar muchas mujeres y bastantes hombres.

Fue el año del MeToo, movimiento iniciado en Hollywood y extendido a través de las redes sociales –defendido por muchas y cuestionado por algunas–, pero que ha servido para decir en voz alta lo que se habría callado en otro tiempo y denunciar abusos y acosos sufridos por las mujeres por el hecho de serlo.

También desde 2018, el día 8 de marzo, establecido por Naciones Unidas como el Día Internacional de la Mujer, es diferente al de los años anteriores; ese día en todo el mundo millones de personas salen a la calle para pedir y revindicar la igualdad entre ambos sexos. Personas de todas las edades, de todas las clases sociales y de cualquier ideología, hombres y mujeres, porque el feminismo, como cambio social necesario, es un movimiento transversal.

Por eso, resulta injusto e inapropiado que una opción política quiera apropiarse de él, como también resulta injusto e inapropiado utilizarlo para hacer política, mala política. Sin embargo, si los acontecimientos relacionados con el feminismo ocurridos en los últimos años han contribuido a su difusión y a que sea incluido en la agenda social, no es menos cierto que paradójicamente también ha desencadenado un rechazo basado en mentiras y falacias, posiblemente para evitar su avance.

El feminismo no va "en contra de" sino "a favor de", tergiversar el concepto para enfrentar a hombres y mujeres es un error y una enorme mentira. Las mujeres no deberíamos caer en la trampa del enfrentamiento entre las propias mujeres; y tampoco los hombres deberían dejarse engañar con el mantra de que el feminismo va en contra de ellos, como desde algún sector se promulga. Ambas posturas son erróneas y van en contra de los cambios que el feminismo necesita para lograr una sociedad más justa.

El diccionario de la Real Academia Española define feminista como "partidario del feminismo"  y feminismo como el principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre. Realmente es una definición sencilla, pero que recoge sustancialmente el significado del término bajo el cual se pueden identificar muchas mujeres y muchos hombres.

Por todo ello, es momento de "salir del armario" y autodeclararse hombres y mujeres como feministas, como personas partidarias de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, sin complejos y sin enfrentamientos falsos y estúpidos.

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