El invierno va a ser duro. Si el recibo de la electricidad ha subido un 20% en los últimos seis meses, imagínense la que nos espera en la estación con más frío y menos luz del año. Todos los indicadores apuntan a nuevas subidas hasta situar esta partida de la economía doméstica en niveles de alto riesgo para los usuarios más modestos. Ya  había mucha gente sumida en la pobreza energética, gente que apenas podía encender la calefacción, y la temporada que viene habrá mucha más de no ponerle algún remedio  el nuevo ministro de Energía.

Será, por ejemplo, el caso de cientos de miles de hogares que se acogieron años atrás a la fórmula de los acumuladores de calor con unas tarifas nocturnas que promocionaron las compañías eléctricas y la propia Administración como una propuesta de ahorro a largo plazo. A quienes lo implantaron en sus casas, no solo les dejaron colgados después, eliminando dicha tarifa con toda la instalación montada en la que habían invertido un buen dinero, sino que, durante la anterior legislatura, multiplicaron exponencialmente la parte fija del recibo, que para ellos repercute en exceso al verse obligados a contratar una potencia muy elevada. El resultado es brutal y exige una solución antes de que los casos como el de la anciana de Reus se multipliquen.

Lograr que la  factura de luz no resulte inasumible para las familias que viven al día  deberá ser prioritario para el ministro Álvaro Nadal, hermano gemelo del que fue secretario de Estado de Energía, Alberto Nadal. Así que información de primera mano no le ha de faltar. Su hermano sabe bien cómo, durante la anterior legislatura, el ministro Soria implantó un sistema tremendamente aleatorio sujeto a  fluctuaciones de vértigo ante las que el consumidor queda  indefenso. Un sistema enloquecido donde la menor variación en alguno de los factores que influyen en el mercado energético puede disparar la factura de la luz. Esto ha ocurrido este año aciago para los consumidores a causa del parón de las centrales nucleares francesas, de la fuerte subida en el precio de carbón y del marcado descenso experimentado por la aportación de las energías renovables en cada kilovatio. El ministro Nadal habrá de dar un giro copernicano a esa fiebre persecutoria de su antecesor con las energías verdes, cuya muestra de escándalo es el llamado ‘impuesto al sol’, si quiere cumplir con las exigencias de la Unión Europea en esta materia.

Otra asignatura pendiente será el bono social tras la sentencia del Supremo que obliga a indemnizar a las eléctricas por el descuento que les impusieron a los usuarios más vulnerables. La legislatura pasada no pudo ser más errática en materia de energía y su peor secuela queda plasmada cada mes en la factura que nos pasan las compañías eléctricas. Mientras los sueldos bajaban, la luz estaba más cara que nunca.