CARLOS G. MIRANDA. ESCRITOR
OPINIÓN

'Hablismo' y discriminación de Andalucía

Pedro Sánchez junto a Susana Díaz durante un comité del PSOE con motivo de las elecciones autonómicas de Andalucía.
Pedro Sánchez junto a Susana Díaz durante un comité del PSOE con motivo de las elecciones autonómicas de Andalucía.
GTRES
Pedro Sánchez junto a Susana Díaz durante un comité del PSOE con motivo de las elecciones autonómicas de Andalucía.

Hace unos días vi en el cine una peli ambientada en Sevilla en la que salían el puente del Alamillo, coches de caballos y hasta un paso de Semana Santa. Eso sí, los personajes hablaban castellano de Valladolid. Bueno, había uno con acento andaluz; era pobre, maltratador y asesino en potencia. También podía haber sido gracioso, torero o del servicio, los otros estereotipos andaluces de la ficción. Personajes con peso, mejor no, que luego en Twitter dicen que les pongan subtítulos porque hablan mal.

El caso es que un lingüista diría que todas las formas de la lengua, dialecto o habla son igual de correctas y que lo necesario es su normalización y representación, algo para lo que el audiovisual tiene poder. De ahí el empeño en que la ficción visibilice personajes LGTB o mujeres empoderadas, pero la voz se alza con menos fuerza cuando el desprestigio es a lo andaluz. La culpa es del hablismo (del inglés accentism), un tipo de discriminación por el habla y escritura que indigna mucho menos en redes sociales que la del heteropatriarcado.

Vivimos en la era de la corrección que impone el respeto por las políticas de la identidad de todes, pero que permite señalar acentos como rasgos de incultura. Esa es una pseudociencia cercana al clasismo y la xenofobia que reconoce como buena lengua la de las zonas poderosas y errada la de esas en las que falta dinero. La realidad es que, pese a que Andalucía es la tercera economía por volumen de España, allí hay casi 900.000 personas en paro (la tasa es del 27,1% entre las mujeres). La campaña de los comicios que pueden cambiarlo arranca el jueves, pero los candidatos parece que están solo a salir bien en la foto nacional.

En Cs se han encargado de recordar los orígenes andaluces de Rivera y Arrimadas para luego hablar, como siempre, de Cataluña. El PP ataca desde Nuevas Generaciones con memes que dejan de ratas a los expresidentes socialistas, a lo era Trump; mientras PSOE insiste en que lleva 37 años gobernando fenomenal.

Los problemas de los astilleros de Cádiz, la huelga de Sanidad de Málaga y Huelva o lo de que el AVE va a llegar a Almería el siglo que viene son minucias. Teresa Rodríguez se muestra consciente del problemón de Andalucía, aunque pertenece al Podemos más anticapitalista (es decir, fuera del mundo). Además, que lleva años tirándose los trastos a la cabeza con Susana Díaz y están como para pactos...

Es necesario un cambio en las instituciones de gobierno andaluzas, aunque sea para ver lo que pasa. Y también es urgente una renovación en la manera en la que la sociedad mira al sur. Es difícil levantar la cabeza cuando tu acento, ese que está llevando a la gloria a la catalana Rosalía, se camufla hasta en las películas. De Andalucía hay que hablar, mucho. Con seseo y con ceceo.

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