OPINIÓN

¿De dónde salió el coronavirus?

Un miembro del equipo de seguridad intenta evitar que se tomen fotografás del Instituto de Virología de Wuhan, en China.
El Instituto de Virología de Wuhan, en China.
EFE
Un miembro del equipo de seguridad intenta evitar que se tomen fotografás del Instituto de Virología de Wuhan, en China.

La lucha contra la pandemia avanza en todo el mundo y gracias a las vacunas quizá hayamos encontrado ya el camino de salida, aunque ese camino sea largo. Lo que no aparece en el horizonte es una prueba clara de cómo y por qué surgió este coronavirus. Pasan los meses y quien debe dar alguna explicación creíble se resiste a darla.

Si todo es como parece, el origen se sitúa en la ciudad china de Wuhan. Los primeros indicios de un nuevo virus se tuvieron en diciembre de 2019. Las primeras noticias las recibimos coincidiendo con el inicio del año 2020. Las autoridades de China mostraron muchos reparos en reconocerlo. Cuando finalmente lo hicieron, pusieron el foco en un mercado de animales de Wuhan, en los murciélagos y, finalmente, en los pangolines. El objetivo era apartar la sospecha del Instituto de Virología de Wuhan, un lugar en el que –casualidad o no– se trabaja manipulando coronavirus.

"Que un nuevo coronavirus aparezca en una ciudad que tiene un instituto de virología que trabaja con coronavirus es, como poco, sospechoso"

Las autoridades chinas tenían dos opciones: facilitar la investigación internacional para detectar cuanto antes el origen del SARS-CoV-2 o, por el contrario, poner todos los impedimentos posibles. Y han elegido poner impedimentos, alimentando las teorías alternativas, que no son necesariamente conspirativas. Que un nuevo coronavirus aparezca en una ciudad que tiene un instituto de virología que trabaja con coronavirus es, como poco, sospechoso. Y China no ha hecho otra cosa que acrecentar esas dudas al poner freno a los intentos de indagar lo ocurrido.

Ahora es cada vez más habitual que expertos en la materia planteen con claridad su criterio sobre la posibilidad de que el SARS-CoV-2 no sea el fruto de una casualidad de la naturaleza, sino de una fuga en el Instituto de Virología de Wuhan. El equipo enviado a China por la Organización Mundial de la Salud volvió sin tener muy claras sus conclusiones, porque tampoco dispusieron de toda la información que necesitaban. El conocido como Grupo de París, formado por una treintena de científicos de varios países, exigió en una carta pública que se permitiera una indagación completa y sin oscurantismo.

"China no ha hecho otra cosa que acrecentar esas dudas al poner freno a los intentos de indagar lo ocurrido"

Ahora, el prestigioso periodista científico Nicholas Wade ha publicado un extenso informe de treinta páginas en el que asegura que "los defensores de la fuga [del virus] del laboratorio pueden explicar todos los datos disponibles sobre el SARS 2 mucho más fácilmente que aquellos que defienden que surgió de forma natural". Wade sostiene su tesis en el hecho de que el SARS-CoV-2 ha demostrado una enorme capacidad para infectar a los humanos, algo que nunca antes había ocurrido con virus de los murciélagos. "De toda China –asegura Wade–, la pandemia estalló en la puerta del instituto de Wuhan. El virus ya estaba bien adaptado a los humanos, como se esperaba de un virus cultivado en ratones humanizados". Urge aclararlo. La humanidad lo exige.

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