Firma invitada Cayetana Cabezas / Noor Ammar Lamarty
OPINIÓN

Sola y sin hielo

  • Artículo de Noor Ammar Lamarty, fundadora de WomenByWomen y Activista Jurídica, y Cayetana Cabezas, actriz.
Noor Ammar Lamarty y Cayetana Cabezas
Noor Ammar Lamarty y Cayetana Cabezas
Noor Ammar Lamarty y Cayetana Cabezas
Noor Ammar Lamarty y Cayetana Cabezas

La mujer que no va a ser madre entra en el bar pasada la media noche. No sé qué hago aquí, se repite. Nada bueno pasa de madrugada, ya me lo decía mi madre. Su madre hablaba por ella y por todas sus compañeras. Hablaba y habla, que sigue viva aunque calle mucho más de lo que piensa.

Macallan 25 años, solo, sin hielo. El hielo es para los cobardes. Así se lo enseñaron, así lo aprendió. El whisky fue el camino más corto para llegar a su padre. Su padre, el ejemplo más cercano de lo que era el éxito. Por eso beberá, para triunfar, no como le dijeron que las mujeres tenían que hacerlo, sino para ser uno de ellos. Beberá para que lo que deseó de niña se disuelva y ver así el presente se nitifica, que ya no sabe ni lo que quiere y empieza a pensar que está tan loca como le dijeron. El futuro… el futuro Dios dirá. Si es que Dios dice algo, que ella nunca le ha escuchado.

La mujer que cruzó la frontera, sorbe un té que hace rato no le sabe a nada, como a nada le saben tampoco las vidas de quienes no entienden lo que es la necesidad de olvido geográfico. Porque irse, fue rehacerse, y rehacerse es caro. Después de haber cruzado la valla, aunque ya no sea noticia, todos sus días son frontera. Hace siete años se puso en peligro y con ello a salvo.

La televisión, encendida pero silenciada, reproduce las imágenes del telediario de media noche. La presentadora desayuna café con leche y dos cucharadas de anestesia cada mañana para poder construir las frases del guion informativo sin titubeos. No debe mostrar emoción. Solamente informar. Informar es una acción neutra. Acaba de ser bombardeada la única vía de salida para los civiles desde Kiev. El corredor humanitario ya no lo es tanto. Esto último solamente lo piensa, no debe decirlo. El deber es el que es. Ella cumple obedientemente con su tarea. Por ahora se confirman las muertes de tres personas. Una madre y sus dos hijos de cinco y seis años. Las imágenes que van a ver a continuación pueden herir su sensibilidad.

"La presentadora desayuna café con leche y dos cucharadas de anestesia cada mañana para poder construir las frases del guion informativo sin titubeos. No debe mostrar emoción. Solamente informar. Informar es una acción neutra".

Nada de esto es escuchado en el bar. Se sale para divertirse, no para escuchar penas. Especialmente si son de otros, claro, que si no con tanto ruido externo uno no escucha las suyas. Silenciada la televisión. Silenciada la presentadora. Silenciadas la mujer que bebe y también la que cruzó la frontera. Silenciada incluso la camarera que tiene confiscado el mando de la televisión para que nada le recuerde por qué cada noche sirve alcohol a personas que beben para olvidar cuando la que quiere olvidar es ella. Silenciadas todas las que callaron aparentando no tener nada que decir como la que finge un orgasmo para que la vida pase cuanto antes. Y así no se puede vivir, queriendo morirse.

Quizás debería haberme callado, se repite la mujer que bebe para ser una de ellos. "Todas mis exnovias están locas", le había dicho en su día el hombre con el que compartía su vida. Pues bien, yo loca y borracha -asume, pero eso no me quita razón. No. Lo que le quita es el miedo. A hablar, a hacerlo sola, a escribir. Escribir es hablar sola para siempre y ella necesita hacerlo por ella y por todas sus compañeras, como su madre pero con tinta, para que las palabras no se las lleve el viento. Hemingway también escribía borracho, piensa. No le gusta Hemingway, salvo por ese detalle. Le respeta más por sus adicciones que por sus palabras. Y es que no son las palabras las que nos definen, loca, borracha, madre, sino las acciones. Lo que haces, eres. Lo que dices, ya veremos. Y ella vio, por eso bebe, para celebrar que el hombre con el que iba a construir su idea heredada del éxito, ya no le gusta. Tan infantil y tan adulto un sentimiento, ¿verdad? Ya no le gusta, repetírselo la libera. Se ha dado cuenta de que no se puede construir sobre dos terrenos diferentes la misma casa.

"Y es que no son las palabras las que nos definen, loca, borracha, madre, sino las acciones. Lo que haces, eres. Lo que dices, ya veremos".

Quizás debería haberme quedado con mi madre, piensa la mujer que lleva siete años de burocracia sobre sus espaldas. Siete años entre la espada y la pared. A espalda y a espada solo les distingue una L. La L de libre.

No hay otros clientes en el bar. Tampoco otras clientas. Los lunes por la noche están reservados para los que no exprimen el fin de semana. Alguien tiene que consumir sociedad los lunes. Hoy, aquí, son ellas. Si beber sola es un desafío a la cordura, hacerlo un lunes por la noche multiplica las contraindicaciones. L de lunes. De lunes libre. ¡Y que sea lo que Dios quiera!- Otra vez él

Ninguna de la dos quiere volver a casa. La mujer que bebe hoy ha entendido que no será madre, no con el hombre al que acaba de dejar, que tampoco, con nadie. La posibilidad se está haciendo probabilidad y casi respira mejor así. Tendrá que reescribir ese éxito del que le hablaron, porque, ni con todo el whisky del mundo podrá ser su padre, ni cumpliendo con los últimos minutos del reloj biológico podrá ser su madre. Ella tendrá que ser ella misma.

La mujer que espera su próxima frontera, también espera un bebé. ¿Qué se le dice a alguien que nace a la otra orilla de su estirpe? -se pregunta sarcástica. ¿Tu madre es refugiada? Ella no se esconde, no se esconderá jamás. Se toca el vientre para reencontrarse con esa maternidad que siempre la ha habitado y recuerda al padre besándole el vientre. Pero no, ella no será una madre refugiada, será una madre a secas. No busca refugio, exige dignidad. Esconderse es lo que quieren que haga quienes la persiguen. Hace 7 años que se fue, y en 7 meses la criatura llegará. Ojalá sea niña, piensa. Ojalá no, piensa después. Hek lae, mu fi meshkle shu ma rabna bidu (Ay no, da igual, lo que Allah quiera). Aunque bueno, que Allah la quiera es que también le quede poco aquí. También la quiso oprimida, torturada y perseguida. Su madre excusa al todopoderoso porque a ella le enseñaron que perdonar a los demás es el camino. Sí, piensa su hija. El camino de la resignación, repleto de hombres gloriosos y mujeres enterradas en sus miserias no denunciadas. Aunque entiende. Ella, la disidente, entiende a la madre que elige la muerte por resignación, quizás más ligera, antes que la guillotina social. Su madre calló para vivir, ella habla para sobrevivir. Astarghfirullah. Astaghfirrullah. Eso le pediría ahora mismo su madre que rezase, así se ruega a veces perdón a Allah. ¿Pero qué perdón va a pedir una que no se perdona a sí misma? Sólo le falta pedirse un whisky para rellenar la solicitud de penitencia completa

  • Disculpa, otro whisky, por favor - solicita la mujer fan de las adicciones de Ernest.

Ni Allah, ni Dios ni Yahvé vieron esto venir. La mujer vengada rompe a reír bien alto. ¡Menos mal que otras hablan por ella! Ríe como le prohibieron hacerlo, cagándose en la versión más dulce de sí misma y, lejos de parar, lo hace más fuerte cuando se da cuenta de que, como no sabe pronunciar la R, lo que está haciendo es gomper a geír y piensa que, ni aún queriendo, puede reír como le prohibieron, con todas las letras, como Allah no manda. La R de reír, de rabiar, de ronear, de responder. De reventar. Pero las mujeres bien no hacen eso, piensa. Y suspira porque sabe que algunas siempre han sido malencaminadas, malpeinadas, malhabladas, como ella. Qué hogor, piensa, porque ella piensa como habla, aunque no siempre le hayan dejado hacerlo. Ni reír ni pensar. Y

como la risa, cuanto más alta, más contagiosa, la mujer que bebe también revienta en una carcajada cuando la escucha. No hay palabras cruzadas entre ellas. No hacen falta. Compartir una acción es más poderoso que compartir un idioma, por eso esta noche, en este bar, se entiende cada palabra, la dicha y la callada. La camarera, que hasta ahora se estaba planteando subir el volumen de la televisión para ver si la tragedia disuadía a sus dos últimas clientas, levanta la mirada de la pantalla de su teléfono para encontrarse con las de ellas. Y de pronto ya son tres. Tres mujeres solas. Tres mujeres juntas. Tres mujeres riendo sin razón aparente pero con toda la razón.

"Y de pronto ya son tres. Tres mujeres solas. Tres mujeres juntas. Tres mujeres riendo sin razón aparente pero con toda la razón".
  • ¿Solo?, pregunta la custodiadora del mando a distancia a la mujer a la que sirvió un Macallan 25 años hace veinte minutos.
  • Sola - contesta. Sola y sin hielo.

Si tiene que doler, que duela, pero a mí que no me anestesien más, piensa la mujer que no va a ser madre. Sufrir ya no quiere ninguna de las tres, pero seguir dormidas tampoco, que hay mucho que hacer ahí fuera. Ahí fuera y aquí dentro, que hemos despertado; aquí ya no duerme nadie. Y entre blasfemias veladas, guisas compartidas y consonantes perdidas, se encuentran, para descansar de sí mismas, para deconstruir la idea heredada de un éxito que no se siente como tal, para DESencajar en el mundo. Compañeras a pie de lunes, de lunes libre, camaradas, más o menos conscientes, pero necesariamente equipo del innombrable feminismo, quizás el menos incendiario, quizás el más encendido.

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