Miguel Ángel Liso Director de medios de Henneo
OPINIÓN

Predicar con el ejemplo

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, preside el Consejo de Ministros extraordinario
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, preside el Consejo de Ministros extraordinario
POOL MONCLOA / JOSE MARIA CUADRADO JIMENEZ
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, preside el Consejo de Ministros extraordinario

Tiempos presentes y de futuro cargados de incertidumbre y temor mayúsculo que ya están acarreando consecuencias muy desgraciadas. Y en poco tiempo comprobaremos también qué gobiernos han sido capaces de aguantar la guadaña del coronavirus. Si la percepción en la ciudadanía es que sus dirigentes gubernamentales se han enfrentado a esta terrible pesadilla con solvencia y claridad, es posible que salven el pellejo. Solo posible. Pero si la sensación de la mayoría de los ciudadanos es que la gestión es improvisada, oscura, contradictoria y titubeante, la sentencia está dictada. Muchas muertes. Mucho dolor.

Es innegable que la gestión de esta crisis es compleja y muy difícil. Se trata de un examen inesperado y brutal, que va a poner de manifiesto la valía, la capacidad y la competencia de quiénes tienen que tomar decisiones para salir de la zozobra en la que estamos sumergidos. Porque el mérito y la aptitud de algunos colectivos como el personal sanitario (más de diez mil infectados) el de alimentación, los repartidores de múltiples servicios, las Fuerzas de Seguridad del Estado, los militares y los medios de comunicación, entre otros, ya lo han revelado, hasta el punto de que para ellos la calificación de "héroes" se queda corta.

Es hora de hacer piña y contribuir con todas nuestras fuerzas al final de esta pesadilla. Es competencia de todos, en mayor o menor proporción, crear una atmósfera de responsabilidad y serenidad. Pero en un sistema democrático esta responsabilidad colectiva no es sinónimo de un ver, oír y callar, de un apoyo a ciegas a las decisiones de un gobierno que no puede imponer ninguna mordaza bajo vacuos pretextos, sobre todo cuando algunas de sus medidas pueden provocar desconcierto e inseguridad. Pero sí es necesario que la crítica sea constructiva y rigurosa y que se imponga en estos momentos convulsos y de confusión al oportunismo barriobajero y desestabilizador.

Es preciso entre los sectores políticos y sociales una lealtad recíproca. Y, sobre todo, un comportamiento modélico. Hay que predicar con el ejemplo. Son desalentadoras y decepcionantes las informaciones publicadas, contrastadas y no desmentidas, del juego de tronos en que parece haberse convertido el Gobierno en un momento tan decisivo, cuando a la vez está pidiendo sacrificio, unidad y comprensión a una ciudadanía ejemplar… O el proceder nauseabundo e insolidario de algunos partidos independentistas, tratando de sacar provecho de esta dramática situación… O el ataque, con palabras muy gruesas e irreproducibles por la repugnancia que producen, de algunos personajes públicos a diestro y siniestro. Comportamientos lamentables que contribuyen a aumentar la desazón entre los ciudadanos.

Nos encontramos en el epicentro de una crisis sanitaria de consecuencias mortales, con secuelas psicológicas profundas que afectarán al alma de los ciudadanos, a la economía, a la política, y a quién sabe a cuántos hábitos sociales. Por eso hace falta más que nunca coherencia, eficiencia en las decisiones, apoyo constructivo y franqueza en las conductas. Y todo ello, si es posible, por favor, embridado por liderazgos creíbles, generosos, responsables, honrados y transparentes, que unan y no dividan.

Saldremos de ésta, sin duda, y entonces será el momento de analizar sin tapujos lo sucedido, pero sólo con una colaboración y lealtad mutuas lograremos salir antes de esta pesadilla. Ojalá pasados los meses nadie tenga que arrepentirse de lo que está haciendo y diciendo ahora, porque en este mundo globalizado, donde la tecnología todo lo llena, lo que se hace y se dice queda perpetuado en un cementerio radioactivo en el que muchas vergüenzas quedan al aire para la eternidad. Una sugerencia que vale, basta con echar un vistazo a las redes, para políticos, periodistas, sociólogos, politólogos, empresarios, perturbadores sociales y demás… Sigamos luchando contra el virus. Hay que tomar conciencia rápida de que es una batalla descomunal y muy dura, que precisa solidaridad y sacrificio a raudales. El triunfo también será de todos.

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