Borja Terán Periodista
OPINIÓN

Por qué Sanremo sería un fracaso en la tele de España (y lo que deberíamos aprender del festival italiano)

'Brividi' - Mahmood & Blanco en 'San Remo 2022'
'Brividi' - Mahmood & Blanco en 'Sanremo 2022'
RAI
'Brividi' - Mahmood & Blanco en 'San Remo 2022'

Sanremo es la gran referencia de festivales de la canción. Incluso inspiró el nacimiento de Eurovisión. Sin embargo, reproducir en España la dinámica del gran concurso italiano de la canción sería un error. Porque el éxito de Sanremo va estrechamente unido a la tradición. Es un acontecimiento nacional que ni siquiera necesita que las actuaciones cuenten con grandes puestas en escena.

A diferencia de Eurovisión, la dinámica visual de Sanremo no ha cambiado tanto con el paso de los años. Desde 1951 a la actualidad, la escalera que preside el escenario se ha ido llenado de la tecnología de vistosas pantallas de leds, pero el espectáculo sigue centrándose en el clásico certamen de cantantes pegados a un micrófono. Sin necesidad de demasiados alardes visuales y estéticos para cada una de las actuaciones. Lo relevante es la canción y su interpretación.

La antítesis de Eurovisión, que ha pasado de celebrarse en elegantes teatros a grandes estadios. No sólo es un talent de canciones, es un show de televisión con todas las consecuencias. De ahí su éxito internacional. En cambio, el germen de Sanremo conecta sólo con la idiosincrasia italiana. Porque es una celebración italiana más. 

No funcionaría si se trasladara a España con el mismo formato. Desde aquí se vería como un show de canciones muy repetitivo. Porque para que el espectador conecte con las actuaciones no sólo hay que cantar, es importante plasmar bien el mensaje a narrar por la pantalla gracias a las artes que atesora la televisión. De esta manera, se genera un evento de cada canción. Lo ha hecho muy bien este año el Benidorm Fest con propuestas artísticas diseñadas para potenciar a los artistas. Buen ejemplo Rigoberta, Rayden o Ruth Lorenzo, que estuvo como artista invitada y bailó pegada con el espectador a través de simplemente y complejamente un plano secuencia de cámara en movimiento.

El aprendizaje que deberíamos apuntar de Sanremo es el sistema de votación. La canción ganadora pasa tantos filtros de jurados diferentes, voto de la audiencia y valoración demoscópica que suele atesorar un gran consenso. Es una de las causas de que Italia logre, habitualmente, posicionarse tan bien en Eurovisión. La decisión supera tal calidad de exámenes que atina un resultado que representa al momento en el que está el país.

¿Debería evolucionar más Sanremo?. Podría huir del reiterativo decorado de salón de baile rococó para crear un escenario con más posibilidades escénicas al servicio de la imaginación de los artistas. Pero no lo necesita. Sanremo ha sido así siempre y la sociedad italiana lo quiere preservar casi tal cual. La liturgia del programa de esta noche era prácticamente idéntica a 1995. Con su orquesta, con su bajada de escaleras, con sus ramos de flores. Los italianos no quieren que se desvirtúen sus programas más clásicos. Una audiencia fiel y constante que permite una estabilidad también para este tipo de competiciones de música comercial. Ahí estriba parte de su éxito: San Remo no imita a nadie, está seguro de sí mismo y los artistas que de ahí salen acuden a Eurovisión sin imponerles demasiado Eurovisión. Total, ya han triunfado en el verdadero fenómeno musical de su país. Ya han vivido la pompa de Sanremo. 

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