Borja Terán Periodista
OPINIÓN

Paz Padilla a la fuga: así 'Sálvame' pone al límite a sus protagonistas y al propio espectador de Telecinco

Paz Padilla y Belén Esteban en el último enfrentamiento de Sálvame
Paz Padilla y Belén Esteban en el último enfrentamiento de Sálvame
Telecinco
Paz Padilla y Belén Esteban en el último enfrentamiento de Sálvame

Paz Padilla abandona repentinamente el plató. No aguanta más. Sale por la puerta mientras comienza a desvestirse. Muestra su espalda. Se está quitando el micrófono. Se marcha definitivamente del Estudio 1 de Telecinco. Su propio programa le ha puesto al límite. Es Sálvame.

El espectador vive el inesperado momento con estupor y emoción. Porque, en Sálvame, la maquinaria está tan engrasada, que todo el equipo sabe actuar cuando sucede un impronosticable hecho repentino. De esta forma, en el instante que Padilla busca con la mirada al director, se levanta e intensamente se marcha, la música de fondo cambia el ritmo. Completamente. E irrumpe de fondo una vigorosa banda sonora de tensión y thriller que otorga más épica a la marcha de Padilla.

El programa se produce en directo. Pero se arma con una coreografía de técnicas sensitivas de culebrón para sugestionar con destreza la emoción de la audiencia. Ahí la música es altamente decisiva, con sus requiebros que se introducen, rápidos de reflejos, para remarcar sensaciones. También la realización de cámaras. La realización es tan traviesa como el propio espacio y se permite jugar para que las cuatro horas de televisión sean más dinámicas y más atractivas al ojo del público. El movimiento de cámaras puede ser sarcástico o dramático. Sálvame es así de versátil.

La imagen de Paz Padilla saliendo del plató
La imagen de Paz Padilla saliendo del plató
Telecinco

Pero este jueves, cuando el programa forzó el encuentro de Paz Padilla y Belén Esteban, no querían ser sarcásticos. El guion estaba diseñado para que implosionara la discusión entre ellas. El origen del problema está en que Belén Esteban rebatió vehementemente un vídeo viralizado en el que Paz Padilla divagaba sobre las vacunas junto a Anne Igartiburu y María del Monte. Esteban se indignó, pues Padilla, en tal fragmento de una conversación a través de Instagram, ponía en duda la eficacia de la vacuna, olvidando su responsabilidad social como comunicadora. El jueves en Sálvame, Padilla intentaba rebajar tales declaraciones, pero el programa buscó llevar al límite a la cómica. Lo consiguieron. No aguantó más. Se fue.

Y Kiko Hernández siguió como si tal cosa presentando el programa. No pasó nada por el hecho de que se fuera la presentadora titular del día. De hecho, el propio Kiko Hernández ya estaba llevando las riendas de Sálvame desde hacía buen rato. Porque su cometido era ir metiendo cizaña para que saltaran chispas entre Esteban y Padilla, incluso incidiendo en acusaciones graves a la humorista que podían estar pasando desapercibidas en el ojo del espectador.

Porque en Sálvame, aunque todo parezca casual, el programa tiene claro sus objetivos. El jueves intentaban un choque desquiciante que removiera el morbo nacional. Aunque sea a costa de destruir a una de las presentadoras de su programa, aunque sea revivir un debate que no tiene debate: la salud pública. Paz Padilla se ha podido equivocar en declaraciones, pero eso tampoco legitima una lapidación pública. Son líneas rojas que no diferencian el límite entre lo saludable y lo destructivamente tóxico para las personas protagonistas. Otra cosa es que a Sálvame le importen las líneas rojas.

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