Diego Carcedo Periodista
OPINIÓN

Comer sin pagar

Pagando la cuenta en un restaurante.
Pagando la cuenta en un restaurante.
©[macniak] vía Canva.com.
Pagando la cuenta en un restaurante.

Comer todos los días se ha puesto caro, pero no para todos. Hay quienes se las apañan para comer bien sin gastarse un duro. La piratería cotidiana se ha enriquecido últimamente con un nuevo protagonista. Se trata del 'simpa', palabra de uso cada vez más común, dentro del ámbito de la picaresca, que la Real Academia debería oficializar cuanto antes.

Muchos 'simpas' pasan inadvertidos. No ofrecen un distintivo común. Son clientes de apariencia normal que entran en un restaurante, se acomodan en una mesa, toman un aperitivo mientras estudian la carta, piden información al 'maitre' sobre los platos más exóticos, dictan un menú acompañado por un buen vino, cierran con el postre recomendado, se visten el anorak con parsimonia y se marchan con la alegría del estómago satisfecho.

Son clientes de apariencia normal que entran en un restaurante

Nadie se fija hasta que el camarero se percata de que aquel cliente exigente pero dicharachero se olvidó de pedir la cuenta y, sobre todo, de pagarla. Ya es tarde, el comensal se ha perdido entre la gente de la calle sin mayor preocupación que elegir otro restaurante para cenar. La profesionalización del 'simpa' mejora de manera sorprendente. Algunos acaban en la Policía, pero son pocos: comer no es un delito grave.

En Zaragoza un hombre fue detenido nueve veces en un mes por comer sin molestarse en pagar. No era una cara nueva para la Policía. En su expediente constaba que desde 2016 había sido detenido más de treinta veces por su propensión a comer gratis y bien, claro. La conclusión policial es que se trata de un profesional del 'simpa' recalcitrante, pero poco hábil.

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