Tres semanas lleva Rusia arrasando Ucrania, situando la mirilla indiscriminadamente mientras levanta bandera blanca en los despachos y promete paz a cambio de imposibles. La guerra amenaza con enquistarse y ahí está el problema: que el planeta, consumidor a corto plazo, se termine cansando, acostumbrando, y olvide que allí están matando gente porque sí.
OPINIÓN18.03.2022 - 06:33h
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