Borja Terán Periodista
OPINIÓN

La virtud de Cristina Pardo e Iñaki López en las tardes de La Sexta

Iñaki López y Cristina Pardo, bromeando en su posición como presentadores de 'Más vale tarde'
Iñaki López y Cristina Pardo, bromeando en su posición como presentadores de 'Más vale tarde'
La Sexta
Iñaki López y Cristina Pardo, bromeando en su posición como presentadores de 'Más vale tarde'

Los pilares de la programación de la televisión en España no están cambiando demasiado en los últimos años. Por ejemplo, la parrilla de La Sexta sigue prácticamente igual en la última década. Salvo el matinal de Alfonso Arús, mismos programas e idénticos horarios. Así Atresmedia ha creado una ordenada estabilidad en el recuerdo colectivo. El espectador sabe lo que ponen en La Sexta y, no menos importante, como lo ponen.

Pero el público nunca deja de evolucionar. Más aún tras sufrir intensamente una pandemia. Y en la cadena verde también parecen comprender que necesitan relajar el tono de información trepidante de algunos espacios, aunque sigan pegados al fervor del directo que suele ir unido al devenir de la actualidad.

En este proceso, se ha reinventado el gran formato de tarde, 'Más vale tarde', y Cristina Pardo e Iñaki López se han estrenado como pareja de magacín diario. Ya tenían experiencia juntos en pantalla, pues han pasado unas cuantas 'nocheviejas' en la Puerta del Sol. Se entienden bien, se complementan bien, se ríen bien y, a la vez, su naturalidad puede congregar una comunidad de espectadores que se transformen en fieles que nunca fallen a su cita. Una audiencia que no sólo verá Más vale tarde por las noticias puntuales del día, seguirá el formato por el carácter propio que impregnan esta unión de comunicadores.

Y es que Pardo y López cuentan con una de las grandes virtudes televisivas para crear un poderoso vínculo con los espectadores: se atreven a la mordacidad inteligente. Son impredecibles en directo, ya que son capaces de esquivar temores de lo políticamente correcto y hablar con la claridad que otorga la ironía. Son tan traviesos como el espectador y, de esta forma, el espectador se siente partícipe de su trabajo. Se siente implicado en lo que está viendo.

"Son impredecibles en directo, ya que son capaces de esquivar temores de lo políticamente correcto y hablar con la claridad que otorga la ironía"

Al final, esta capacidad para jugar en directo favorece un lazo de complicidad con la audiencia que busca más el valor de la compañía que el impacto de cartelitos de 'exclusiva' o 'última hora' que son reclamos efímeros.

Como consecuencia, el nuevo Más vale tarde informa y, al mismo tiempo, despierta esa sonrisa que pilla desprevenido al público. Porque la risa no es incompatible con el rigor. Hasta viene bien desengrasar. Como cuando Iñaki López promocionó un contenido de su pareja, Andrea Ropero, en 'El Intermedio' y Cristina Pardo, rápida de reflejos, contestó: "veo yo aquí un poquito de nepotismo". Y López, socarrón, remató: "será el primer paso en La Sexta...". No sobreexplicaron nada, porque el público lo entiende igual. Y con estos detalles se siente implicado con un espacio que es tan pícaro como él. 

Los buenos comunicadores en televisión lo son cuando no dejan de pensar en el espectador. Incluyo ironizando y compartiendo guiños patentes y, otros, latentes que rodean y engrandecen los contextos sobre el programa. Así conquistaron los audímetros tantos profesionales, de Raffaella Carrà a David Broncano. Cada uno con su autoría, pero todos con la imprevisibiidad del ingenio que es tan libre hasta para compartir lo que no todos osarían en compartir en un plató en directo. 

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