Amigo friki de la Fórmula 1: a ver cómo le explicas a un aficionado random al deporte que has estado viendo durante casi cuatro horas cómo llueve en un circuito de carreras para acabar con tres vueltas detrás del coche de seguridad.
Eso es lo que se vivió en el GP de Bélgica, que ya es histórico (la carrera más corta de la historia) y no precisamente para bien. En breve nos olvidaremos, o no, pero lo cierto es que se han visto todas las costuras de una competición que está atrapada en sus propias contradicciones. Pocos deportes están tan ultranormatizados (me acabo de inventar la palabra, qué): limitan las horas que debe durar (ya podía aprender el tenis), las vueltas a disputar, las condiciones de pista... Y luego también establecen normas totalmente contrarias para que, en caso de necesidad, se puedan tirar de ellas.
Es quizá una de las maravillas de la Fórmula 1, cuya política es tan o más interesante que lo que ocurre (o no) en pista. Lo vivido en Bélgica no es lo habitual, pero sí es posible: un hombre, Michael Masi, negociando en directo con los equipos cómo intentar contentar a todas las partes. No quisiera estar en su pellejo .
Muchos apuntaban que por qué no se disputó la carrera. A esos les invito a escuchar a Carlos Sainz. Mejor que yo lo dice él.
🗣️ @Carlossainz55 hablando con toda la honestidad sobre por qué hoy no se debía correr y hablando MUY CLARO sobre lo que ha pasado hoy
— DAZN España (@DAZN_ES) August 29, 2021
"Me parece mal repartir puntos por una carrera que no ha habido"#BelgicaDAZNF1 🇧🇪 pic.twitter.com/nb6UDhM0qp
Dicho esto: es una falta de respeto hacia los espectadores y hacia los propios pilotos haberles tenido pasando frío en las gradas o en los boxes. No hace falta ser Paco Montesdeoca o Roberto Brasero para saber que cuando 'chove' en Spa, 'chove con carallo'. Y este domingo no tenía pinta de escampar.
¿Por qué no cancelaron directamente? ¿Por qué no dieron esas tres vueltas al principio de la tarde en lugar de hacerlo al final y bajo condiciones prácticamente iguales? Eso son preguntas que jamás obtendrán respuesta.
Quizá es que los fans de la Fórmula 1 somos un poco masoquistas, o quizá sufrimos un cierto síndrome de Estocolmo. Porque, no nos engañemos: ¿acaso no sentimos un cierto regusto cuando vivimos un esperpento así?
Lo que ya me gusta menos es que me tomen por imbécil. Lo de enviar un comunicado pidiendo perdón a los fans me parece de bastante peor gusto, porque no es más que una manera de decir que no van a devolver el dinero de las entradas. Y lo de los medios puntos... en fin, se califica solo. Si esto acaba como la temporada 1984, firmo con los ojos cerrados.
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