José María de la Riva Exconcejal del PSOE en Madrid
OPINIÓN

Y ganaron los nacionales... a Pedro Sánchez

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el candidato del PSOE a la Presidencia de la Comunidad de Madrid, Ángel Gabilondo, durante un acto de campaña en la sede del partido en Ferraz.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el candidato del PSOE a la Presidencia de la Comunidad de Madrid, Ángel Gabilondo, durante un acto de campaña en la sede del partido en Ferraz.
PSOE-M
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el candidato del PSOE a la Presidencia de la Comunidad de Madrid, Ángel Gabilondo, durante un acto de campaña en la sede del partido en Ferraz.

El resultado de las elecciones del 4-M en Madrid a favor del PP son incuestionables y eso merece un reconocimiento no sólo de la candidata Isabel Díaz Ayuso, sino de su equipo de campaña, liderado desde la 'sombra' por Miguel Ángel Rodríguez.

Por el contrario, la izquierda y especialmente el PSOE ha tenido el peor resultado, con diferencia, en toda la historia de la Comunidad de Madrid. Por primera vez, parece ser, que la campaña se ha diseñado, así como todo el proceso, desde la lista de candidatos hasta la estrategia de los mensajes, desde Moncloa. Eso sí responsabilizando de los malos resultados en la noche electoral al PSOE-M. Afortunadamente, José Manuel Franco ha tenido un gesto generoso de dignidad y ha dimitido como máximo responsable del partido en Madrid, como también el candidato Ángel Gabilondo que ha renunciado a recoger su acta de diputado. Algún día, más pronto que tarde, se sabrá quién o quienes han escondido su responsabilidad más directa.

En ese resultado de la izquierda es posible que el problema más difícil, en su análisis, haya sido la incapacidad de percibir la evidencia de muchos ciudadanos ante la falta de libertad. En un momento tan complejo, con ausencia de nuestras relaciones habituales, confinamiento prolongado, acumulación de frustraciones, etc. Todo ello nos ha llevado a una percepción de falta de libertad, no como el derecho superior que asegura la libre determinación de las personas, ni tan siquiera en lo referido a lo filosófico, sino a una percepción psicológica con la que nos hemos movido habitualmente, y la derecha, especialmente el equipo de la presidenta de la Comunidad de Madrid, lo ha interpretado más eficazmente que la izquierda, que pensaba, con mucho sentido común, que era una confrontación entre economía y nuestra salud, con la excepción de Mónica García, candidata de Más Madrid, que hizo un esfuerzo de explicación sobre nuestro problema sanitario y medidas complementarias, que también los electores han reconocido.

La percepción de la mayor parte de los ciudadanos, contrastado con el resultado electoral, es que en Madrid la estrategia de no restringir una parte de la capacidad de relacionarnos en las terrazas y bares, se ha identificado con mayor libertad, sobre todo en comparación con otros territorios de España que con medidas más restrictivas tenían problemas sanitarios similares a los de Madrid, cuando no superiores.

A esto hay que añadir la estrategia, vistos los resultados, errónea, del líder de Podemos Pablo Manuel, empeñado en su personal imaginación de la sociedad, viendo "fantasmas" que le persiguen por todas partes, desde periodistas, medios de comunicación, empresarios indignos por el hecho de serlos, polarizando la atención en la posibilidad de dar entrada en la gestión de la Comunidad a Vox, "fabricando" un discurso, con poca credibilidad para la mayoría, también a la vista de los resultados, de "democracia frente a fascismo". Basar todo en el tacticismo y esperar siempre que se equivoquen los demás no acompaña a una buena estrategia.

Lo peligroso no es que Podemos haya fomentado dicho movimiento táctico, lo grave es que el PSOE de Pedro Sánchez, como les gusta decir a muchos, se sumara a la misma, cambiando de posición desde "con este Iglesias no (gobernaré)" a "Pablo, tenemos 12 días para ganar". Por no hablar del problema tan sensible como la fiscalidad, y mucho más en Madrid, en que mientras Gabilondo decía "no tocaré la fiscalidad en Madrid y nadie pagará ni un euro más" el gobierno de Pedro Sánchez anuncia en los comienzos de la campaña una subida de impuestos en sociedades, patrimonio y sucesiones. Esos cambios en un proceso electoral ponen de manifiesto dos cosas: O no tienes estrategia o no tienes en cuenta que le pones ante una situación imposible a tu candidato, Ángel Gabilondo, que en las encuestas daba como el mejor valorado por los electores.

Es evidente que desde la izquierda más visible, PSOE y Podemos, no ha habido capacidad de argumentar los fallos en la gestión de la Presidenta de la Comunidad, se han limitado a confrontar dos consignas publicitarias: "Democracia contra el fascismo" frente a "libertad". Sus equipos de campaña han sido unas cabezas desiertas de argumentos.

Puede parecer pura intuición, eso sí acompañada de datos tan relevantes como que del PSOE se han trasvasado 6 escaños al PP y que este creció en votos en zonas con rentas altas y bajas. Todo permite sugerir que estos votos, más que a favor de Díaz Ayuso, son en contra de Pedro Sánchez, que aceptó desde hace tiempo la confrontación directa con la Presidenta de Madrid con el objetivo de debilitar a Pablo Casado, sin reflexionar lo que en algún momento dijo Winston Churchill: "La lección más grande en la vida es saber que incluso los tontos tienen a veces razón".

Se ha producido un movimiento de una parte importante de votantes dispuestos a no aceptar que se les siga engañando más tiempo. Parece que los madrileños han sido los primeros en percibir que Sánchez les está pretendiendo engañar de forma habitual con el único objetivo de mantenerse en el poder. Al menos los resultados así lo evidencian a la vista del apoyo que han suscitado los que mantienen dicho planteamiento. Lo sorprendente es que los militantes socialistas, habitualmente críticos con sus dirigentes, hayan transigido con este proceso cada día más frustrante para ellos.

La derecha, o sea el PP, está exultante con razón, pero también debe reflexionar sobre cómo ha llegado a estos resultados en los que parece haber influido una "nueva identidad de Madrid", algo tan intangible que lo mismo que se ha "construido" puede desaparecer en el momento que la situación social se normalice. La identidad de Madrid pasa, precisamente por algo de lo que se lleva cientos de años enorgulleciendo: "La ciudad en la que nadie es forastero". Pensar que Madrid incorpora a su forma de entender la relación social a través de las "cervezas" con esa subespecie de eslogan de "vivir a la madrileña", pretendiendo que Madrid es España dentro de España, todo esto sin un programa propositivo que permita realizar una valoración del compromiso que la señora Díaz Ayuso tendrá con los madrileños, más allá de que cuando terminemos de trabajar podemos tomarnos unas cañas. Es complejo de aceptar, con este planteamiento, que lo sucedido en Madrid puede arrastrar al resto de España.

Hay que esperar que lo importante sea reflexionar sobre el futuro, ser capaces de analizar la realidad, que en democracia los electores siempre tienen sus razones para apoyar lo que les parece más adecuado y no pensar que el oportunismo va a acompañar siempre a los mismos. Es fundamental tener un programa basado en una estrategia que identifique los problemas de las personas con las soluciones que queremos aplicar.

Finalmente, si la izquierda, y especialmente el PSOE quieren recuperar espacio electoral deben tener mayor compromiso con la realidad y no achacar sus debilidades a fuerzas externas y a conspiraciones. Pedro Sánchez, autoproclamado "líder de las bases" las ha abandonado. Esa militancia con toda seguridad mucho más cercana a la realidad, especialmente que los burócratas de la Moncloa. Simplemente tienen que apoyarse, en el caso del PSOE, entre otras cuestiones, en sus bases ideológicas que dicen ser: "Un partido que aborda problemas complejos de una sociedad cambiante como la que vivimos, buscando soluciones que hagan efectivos los principios de: Libertad para que toda persona pueda llevar a cabo su proyecto personal de vida. Igualdad de condiciones para que todas las personas puedan desarrollar sus capacidades y potencialidades y solidaridad para que todas las personas tengan aseguradas sus necesidades básicas".

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