Lees y ves lo que pasa en la India y piensas que aquí hubiera podido ocurrir lo mismo.
El 27 de octubre de 2020, escribí en estas páginas lo siguiente: “Seamos responsables. Si los hospitales colapsan, habrá muertos en las entradas de los centros sanitarios, en las calles y en los hogares. No es ninguna broma. No es alarmismo”.
No me puedo ni imaginar lo dantesco que debe ser una situación como la de la India, donde la gente muere ahogada por falta de oxígeno en sus casas, en la calle, en las ambulancias, en los hospitales... Pasó antes en Manaos, Brasil, pero como vivimos entre sociópatas, sobre todo algunos mandatarios y personajes de distinto pelaje, no se adoptaron las medidas adecuadas.
Con todo, y a pesar de los millones de muertos en el mundo -España debe haber superado los cien mil de largo-, todavía hay individuos, no sé cómo llamarles, pónganles ustedes el adjetivo, que continúan negando las evidencias y se oponen a las vacunas, lo único que nos va a salvar. Increíble, pero es así.
Según cuenta The New York Times, la Centner Academy, de Miami, una escuela privada de primaria, que cuesta al año treinta mil dólares, ha amenazado a sus profesores con perder su trabajo si se vacunan contra la Covid-19. De hecho, ya hay profesores que dicen a sus alumnos que, si sus padres y abuelos están vacunados, que no los abracen, porque les van a contagiar. Ante un disparate semejante, algunos padres han cambiado de escuela, pero hay lista de espera para entrar. Muchos otros quieren que sus hijos estudien allí. Vivimos tiempos raros, muy raros.
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