Sí, a jueves 8 de abril, el riesgo de muerte en España por vacunarse con AstraZeneca era del 0,0000005. El mismo riego en el mundo era del 0,00000053. Y una semana después, que yo sepa, el riesgo es todavía menor. ¿Miramos cuál es el peligro de una simple aspirina o del Ibuprofeno?, ¿leemos los prospectos de lo que tomamos?

Es una extraordinaria estupidez seguir en directo la vacunación y sus efectos secundarios. La ciencia aguanta, la política, no. En ciencia, las explicaciones sencillas no suelen funcionar. En política, es lo que se lleva: sencillez y populismo, mucho populismo. 

Lo mismo pasa en la mayoría de los medios de comunicación, que están mucho más pendientes de los índices de audiencia que de la veracidad de lo que difunden, y les trae sin cuidado su responsabilidad social, que debería ser consubstancial a su existencia.

Las vacunas y los científicos nos van a sacar de esta terrible pesadilla. A los incrédulos que dudan de las vacunas, sólo tienen que mirar a lo que ha pasado en las residencias de ancianos una vez han sido vacunados sus residentes. Eso son hechos. Lo demás, palabrería.

Dejaron de administrar momentáneamente la de AstraZeneca por precaución, como ahora han hecho con la de Janssen en USA, que hoy se debería empezar a administrar en España, a causa de tromboembolismos. Estas pausas deberían hacernos confiar más, si cabe, en la seguridad de las vacunas y entender que el seguimiento de los casos raros que se producen las fortalece todavía más. Por cierto, el riesgo de muerte con la de Janssen en USA era ayer de 0,00000014.