Rebeca Marín Periodista y escritora
OPINIÓN

Periodismo de guerra (cultural)

Obra del argentino León Ferrari. (Efe)
Obra del argentino León Ferrari.
Obra del argentino León Ferrari. (Efe)

Lo mejor del arte es que a veces consigue dinamitar el sistema desde dentro sin grandes explosiones. Por ejemplo, el artista Santiago Sierra, en la Bienal de Venecia de 2003, tapió el pabellón español, ocultó la palabra España con bolsas de basura e impidió el acceso a quien no tuviera DNI o pasaporte español. ¿Qué pretendía? reflexionar sobre las fronteras y la marca España. En 2011 el artista Karmelo Bermejo enterró los 10.000 euros que recibió de la beca Botín frente al museo de Vigo y puso esta placa: '10.000 euros de la Fundación Botín enterrados'. ¿Qué consiguió? criticar la financiación artística y el mercado del arte. 

En los sesenta, un joven Rauschenberg pidió al artista De Kooning, cuya obra valía miles de dólares, un dibujo suyo para borrarlo completamente, tardó un mes. Luego puso una placa que decía 'Dibujo de De Kooning borrado, 1953' y lo puso a la venta, cuestionando la burbuja del mercado del arte y qué es arte y qué no. 

El último ha sido Mario Gutiérrez con su obra La Bandera, donde pretende reponer las banderas de España deterioradas por unas nuevas, ironizando sobre el concepto de patriotismo. A todas estas obras los medios las llaman provocadoras, cuando deberían llamarlas Caballos de Troya. Son capaces de criticar el sistema usando el mismo lenguaje que el sistema, y cuando pones en evidencia a la institución con sus mismas armas y sin sangre, has ganado la batalla. 

Ya es hora de que los medios de comunicación dejen de defender intereses que van en contra de toda la sociedad usando el concepto de provocación para desactivar su efecto, eso es censura, y censurar es considerarnos incapaces de juzgar una obra, y yo no tengo edad para que nadie me tutele.

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