Joaquim Coll Historiador y articulista
OPINIÓN

Cataluña, democracia suspendida

El vicepresidente de la Generalitat, Pere Aragonés, el presidente del Parlament, Roger Torrent, y el conseller, Bernat Solé.
El vicepresidente de la Generalitat, Pere Aragonés, el presidente del Parlament, Roger Torrent, y el conseller, Bernat Solé.
EFE / Quique Garcia
El vicepresidente de la Generalitat, Pere Aragonés, el presidente del Parlament, Roger Torrent, y el conseller, Bernat Solé.

Las razones sanitarias para suspender las elecciones catalanas no se aguantan. Hace meses que el Govern sabía que la cita con las urnas, una vez agotados todos los plazos tras la inhabilitación de Quim Torra y ante la incapacidad de la mayoría independentista para elegir a un sustituto, sería a mediados de febrero porque así lo fija el Estatuto.

Los datos epidemiológicos de finales de octubre, que es cuando el consejero responsable de los procesos electorales, Bernat Solé, presentó el plan para garantizar que se podría votar en pandemia, eran incluso peores que los esgrimidos la semana pasada. Es cierto que las proyecciones para principios de febrero son malas, pero el crecimiento de los contagios no es exponencial, sino lineal, y el Govern ha garantizado que podrá hacer frente a esa situación. Sin embargo, desde TV3 y otros medios afines al soberanismo se ha creado un clima de pánico con el fin de posponer las elecciones, como si ir a votar fuera más peligroso que entrar en una tienda.

"La cita con las urnas se pospone, en realidad, por miedo a que gane el ministro de Sanidad, Salvador Illa"

Las elecciones en el País Vasco y Galicia también se aplazaron, se argumenta como precedente, pero hay dos notables diferencias. Aquellas se convocaron antes de la declaración del estado de alarma y se pospusieron porque había un confinamiento domiciliario. Además, eran elecciones anticipadas, convocadas por sus respectivos presidentes autonómicos y se celebraron inmediatamente después del levantamiento del estado de alarma. En Cataluña, en cambio, estamos sin president desde finales de septiembre y las elecciones se han convocado cuando ya no quedaba otra alternativa, aunque podían haberse celebrado perfectamente en julio pasado o principios de otoño si los independentistas hubieran querido. Pero primero a JxCat y ahora a ERC no les ha convenido por razones partidistas. Ambos han optado siempre por retener el mayor tiempo posible sus sueldos y el control de los medios. La cita con las urnas se pospone ahora con la excusa sanitaria, pero en realidad es por miedo a que las gane el ministro de Sanidad, Salvador Illa.

El decreto que el viernes aprobó el Govern es de una legalidad más que dudosa porque quien desconvoca las elecciones, Pere Aragonès, vicepresidente en funciones de presidente, no tiene atribuciones para ello, como tampoco para volverlas a convocar. La alternativa que se ofrece es votar 3 meses y medio más tarde, en principio el 30 de mayo, pero condicionado a la evolución de la pandemia. Se suspende la democracia con el consentimiento de Cs, Comunes y PP, que también prefieren ganar tiempo.

Entre tanto, en Portugal, que tiene peores datos sanitarios, se celebrarán elecciones el próximo domingo, como también antes en Estados Unidos, Francia, Alemania o Italia. Pero en Cataluña no se puede.

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