Luis Algorri Periodista
OPINIÓN

La revolución de los chaneles

Aplausos a los sanitarios en Madrid, el 17 de mayo de 2020.
Aplausos a los sanitarios en Madrid, el 17 de mayo de 2020.
JORGE PARÍS
Aplausos a los sanitarios en Madrid, el 17 de mayo de 2020.

Probablemente ustedes, como yo y como muchísima gente, salen cada día a las ocho de la tarde a la ventana para aplaudir a los sanitarios, que se están dejando la vida para salvar la nuestra con un heroísmo que nadie olvidará. Ellos no aflojan y nosotros tampoco. Más de dos meses llevamos así. Y lo que haga falta.

Pero hace unos días circuló por todas las redes sociales un mensaje muy cariñoso, muy tierno, un poquito cursi, en el que se decía que ya vale, que ya no hace falta aplaudir más, que ya casi se puede salir a la calle y que lo mejor sería cerrar los aplausos con una gran ovación final el pasado domingo, 17 de mayo.

Era mentira. Nos lo creímos todos, pero era mentira. Ese mensaje fue difundido por la extrema derecha, que no quiere que aplaudamos a los sanitarios para que así la atención se centre en sus patéticas (y escasas) caceroladas contra el Gobierno, también todas las tardes. Bajan a la calle las señoras bien, muy puestas ellas, con la mascarilla y la bandera de España atada al cuello (qué tendrá que ver la bandera con el virus) y se ponen a decir atrocidades.

Yo me imagino al mayordomo que le dice a la cocinera: "Fermina, hágame el favor de bruñir bien la cacerola que la señora va a bajar a la vía pública para salvar a la patria". En Portugal, en 1974, se produjo la revolución de los claveles. Ahora podemos ver la revolución de los chaneles.

Yo no sé qué tienen estas señoras contra la sanidad pública. Quizá piensan, como Trump, que es mucho más elegante la privada y que los pobres, los viejos y sobre todo los viejos pobres, lo que tienen que hacer es morirse, que para eso están. Conclusión: ni caso a los chaneles. Sigamos aplaudiendo.

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