Mario Garcés Jurista y escritor
OPINIÓN

Días de furia

El Comité Técnico de Gestión del coronavirus muta a gabinete para la desescalada
El Comité Técnico de Gestión del coronavirus muta a gabinete para la desescalada
Jose Maria Cuadrado Jimenez
El Comité Técnico de Gestión del coronavirus muta a gabinete para la desescalada

Empiezo a cansarme. Como Michael Douglas. Y no tanto por el confinamiento sin fines de semanas ni mes de abril llovido, sino porque la estupidez comienza en algunos, algunas y álguienes a rebasar los límites de lo concebible. Como el actor americano en la película de marras estoy a un tris de dejar el coche en medio de ese atasco que existía en la era previrus. 

Y lo haré la próxima vez que oiga a alguien en el Congreso decir aquello de que desde esta "bancada" del hemiciclo, vamos a proponer una "desescalada" una vez que se doblegue la "curva con picos" con el fin de alcanzar la "nueva normalidad". Esta es la dimensión de la "política en positivo", para lo cual pedimos el apoyo en esta nueva "hoja de ruta" de aquellos que han defendido y defienden el "derecho a decidir" y hasta la "desconexión" hasta el final. A todos les decimos que no va a haber "líneas rojas" para la formación de un gran "escudo social" donde debe "mutualizarse" la respuesta. Es lingüísticamente insoportable.

Empiezo a cansarme. La estupidez comienza en algunos, algunas y álguienes a rebasar los límites de lo concebible

Se me reprocha en ocasiones, y es reproche cierto, que utilizo expresiones poco frecuentes en el lenguaje común. Para dar razón a quien opina de este modo, y por orden alfabético, dedicado con rigor académico a todos los maleducados del mundo: asnejón, badulaque, callacuece, donillero, echacantos, faramallero, galfarrón, haragán, imberbe, jaquetón, lameplatos, macanero, ninchi, ñiquiñaque, onagro, panarra, quitahipos, robaperas, sacapelotas, tagarote, uñilargo, vaina, yeti y zampatortas. 

En fin, que a pesar de que son instantes extremadamente duros, sugeriría que, al menos, la educación no se pierda. Y si no se ha tenido nunca, que ocurre más veces de lo que se piensa, que al menos se disimule tal carencia. Debería ser una recomendación también del Ministerio de Sanidad convertido en oráculo de Simón, el decente.

A pesar de que son instantes extremadamente duros sugeriría que, al menos, la educación no se pierda

A mis treinta años, descubrí que había tontos. A mis cuarenta años, hallé la categoría de los malos. Y hasta he llegado a convivir con tontos-malos. Pero ya en mi nueva década, he dado con la categoría definitiva de los tontos-malos-maleducados. Y no es cuestión de juventud, porque los hay maleducados de cuna de tiempos del NO-DO. Majaderos y majaderas. Que monopolizan la conversación, que tienden al desprecio desde el primer minuto, que emplean palabras despectivas. Acomplejados en definitiva. 

Cuando se haya de terciar con estos bobalones, sugiero seguir el consejo de Lincoln: "No debe perder tiempo en discusiones personales el hombre que está resuelto a ser lo más que pueda./.../Mejor es dar paso a un perro, que ser mordido por él al disputarle ese derecho. Ni aun matando al perro te curarías de la mordedura". Cosas de la majadería.

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