Juan Carlos Blanco Periodista y consultor de comunicación
OPINIÓN

Más ideas y menos zascas

El portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián.
El portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián.
EFE
El portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián.

El cineasta y escritor David Trueba acaba de publicar una novela, 'Queridos niños', en la que reflexiona sobre cómo los políticos hablan a los ciudadanos como a niños a los que se puede manipular con un discurso simplón que juega con sus emociones. Más allá de las ganas de leer la novela de uno de los tipos más brillantes y divertidos que ha dado la cultura española estos últimos treinta años, lo que sostiene Trueba nos debería llevar a preguntarnos una vez más por qué hemos llegado a esta infantilización de la política española que nos obliga a leer, ver y escuchar debates que parecen escritos por el guionista de 'La patrulla canina'.

Por pereza mental, preferimos acudir al comodín de las respuestas de manual y aludimos con frecuencia al escaso nivel intelectual de quienes nos representan en la vida pública, pero se nos olvidan un par de detalles: el primero, que somos nosotros quienes los elegimos y que, en consecuencia, tenemos una responsabilidad en este ejercicio de degradación. Y el segundo, que igual que denunciamos este infantilismo, también lo practicamos cuando consumimos simplezas de usar y tirar en nuestras redes sociales o cuando aplaudimos la última ocurrencia demagógica de nuestros dirigentes en las televisiones.

Pero también tenemos que poner de nuestra parte y consumir más información y menos eslóganes, más ideas y menos zascas

Como ciudadanos, nos toca exigir un debate que no caiga en el paternalismo hortera de quienes tratan a los ciudadanos como niños de seis años a los que no se les puede decir la verdad de lo que pasa a su alrededor. Pero también tenemos que poner de nuestra parte y consumir más información y menos eslóganes, más ideas y menos zascas. Solo así subiremos el nivel de la conversación pública. Si no, nos seguirán tratando como si nos levantáramos cada mañana esperando ver el último episodio de 'Dora, la exploradora'. Es de sentido común.

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