Borja Terán Periodista
OPINIÓN

Jordi Évole, periodista (e imitador)

Jordi Évole cantando 'Emborracharme'
Jordi Évole cantando 'Emborracharme'
Atresmedia
Jordi Évole cantando 'Emborracharme'

Jordi Évole se ha hecho un Lori Meyers en 'Tu cara me suena'. Un periodista serio disfrazado de músico en el programa más imaginativo de Antena 3. Y lo mejor: ha transmitido estar disfrutando de la actuación mientras cantaba entusiasmado 'Emborracharme'. Como si fuera protagonista de un concierto, sin demasiado sentido del ridículo. Porque el éxito periodístico de Évole también es la consecuencia de entender la televisión en todos sus artes.

Aunque ya no lo recordemos, Jordi Évole alcanzó la popularidad dando vida al corrosivo Follonero de los late night de Andreu Buenafuente. El sentido del humor fue su plataforma. Incluso su aliado para conseguir un programa de periodismo documental en prime time. Porque 'Salvados' logró hueco en La Sexta gracias a la sátira hasta, después, crecer de manera orgánica hacia el compromiso periodístico clásico. Pero sin dejar de lado el valor de la retranca. 

Al final, la comedia de Évole consigue una empatía con el espectador que, además, ayuda a que como periodista le sea más fácil lanzar cuestiones que son peliagudas. La ironía inteligente siempre es una excelente aliada para el periodismo.  Relativiza, equilibra, empatiza. Y es que el humor es una profesión muy seria. 

Jordi Évole ha demostrado que se puede jugar en un show de imitadores sin perder un ápice de su credibilidad. Porque hablar de la actualidad que nos preocupa con rigor no es incompatible con los guiños cómplices a la audiencia, la mordacidad y cierto espíritu autocrítico. Tanto que no pasa nada por reírse de uno mismo tocando mal la guitarra en el escenario de un talent show. Hay que aprovechar todas las posibilidades de la caja lista que, a veces, se hace la tonta. Y la política y los problemas sociales se pueden contar sin aburrir, de la forma más divulgativa y con palabras entendibles. Aunque eso no siempre guste a todos los políticos, tan propensos ellos a marear el lenguaje para disfrazar la realidad. Por eso temen la comedia y se crecen con la indignación. Évole viene de la comedia que deja en evidencia a la indignación. 

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