La esperanza de las vacunas se ha congelado, como España, hasta que todas las autonomías cojan el ritmo necesario. La nevada del siglo deja la misma lección: la previsión nunca es demasiada y, cuando se queda corta, salva la coordinación: bien por el trabajo conjunto de la UME con autonomías y ayuntamientos. El hielo amenaza ahora. Nadie debe sufrir, sin ayuda, temperaturas polares.
OPINIÓN11.01.2021 - 06:04h
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