
Las cifras de contagios por el virus han descendido drásticamente, lo que es una gran noticia. Los botellones del fin de semana han dejado de ser tan alarmantes como vía de transmisión. Ahora queda al descubierto el problema de salud que supone el consumo desaforado de alcohol, y sus consecuencias en forma de agresiones, destrozos en el mobiliario urbano, etcétera. Cuando por fin pase la pandemia, el botellón debería seguir siendo una preocupación de toda la sociedad.
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