Borja Terán Periodista
OPINIÓN

El problema para Chanel del videoclip de SloMo

Chanel posa en modo diva en su videoclip
Chanel posa en modo diva en su videoclip
TVE
Chanel posa en modo diva en su videoclip

La candidatura española de Chanel a Eurovisión ya tiene videoclip oficial.  Aunque el videoclip de SloMo no se recordará dentro de unos años. Sólo es una sucesión de imágenes del baile a contraluces, entremezcladas con primeros planos seductores de la intérprete en el cliché de diva de la música. Y ya. No hay historia. No pasará a la historia. Quizá porque se cree que la propuesta de SloMo no necesita más carta de presentación que la actuación en directo en el escenario eurovisivo, donde Chanel bordará la milimetrada coreografía. 

Pero para tener una trayectoria musical no sólo vale con bordar la técnica, para trascender hay que abrazar lo original. Este videoclip no es original. Simplemente remite a aquella vieja industria musical que prefabricaba artistas de usar y olvidar con dinámicas en cadena en donde no se buscaba potenciar ninguna autenticidad de ellos. Lo importante era calcar moldes del éxito. 

Como no se invertía en la figura del artista, tampoco se cuidaba el género del videoclip. De hecho, los videoclips también se realizaban como porras en el aceite de una churrería. Es decir, rápidos y sin apostar por una creatividad que calara. No interesaba, ya que al final las canciones se iban a visibilizar igual gracias a la maquinaria de promoción de las grandes cadenas televisivas y emisoras de radio. Así la producción del vídeo era más rápida, más simple. En un controlable estudio sin cortar calles sin lluvias sin figurantes. Sin nada que diera un ápice de complicación. 

Pero los tiempos han cambiado. Ya no hay galas de 'Murcia qué hermosa eres'.  Los grandes creadores de la música deben ser hábiles para plasmar su carisma en esos videoclips que demuestran que no son copia, que son la versión original. Que marcan tendencia, vamos. El ejemplo actual más fácil es Rosalía, que proyecta carisma en cada paso que da. ¿Cómo? Para empezar, haciendo suyos los iconos del folclore popular español que se reconocen fuera de nuestras fronteras. Ha metido en la batidora de su modernidad esa identidad autóctona hasta desmontarla ante el aplauso internacional.

Chanel acaba de llegar. Es diferente. Su éxito está en lo impoluto de su propuesta, el hábil e imitable instante de la cámara lenta en la coreografía y en que reproduce muchos cánones de Eurovisión. Que siempre gustan a los eurofans, aunque habitualmente se queden como segunda opción. El videoclip muestra a Chanel como producto que ejecuta con profesionalidad elementos ya vistos, pero no nos cuenta su aporte personal. Para ir más allá y no ser sólo un producto perecedero que dure lo que dura Eurovisión, hay que contar con más discurso. Ahí el videoclip podía haber roto con lo pronosticable. Porque un buen videoclip es el que te quedas hasta el final porque te está movilizando la curiosidad. En cambio, el videoclip de SLomo no lo volverás a ver, pues es la previsible actuación de gogos de discoteca que en 'Sol Música' ya viste mil veces. Es más, se abusó de esta fórmula en las épocas que llevaron a la decadencia a la música en televisión. Esa praxis industrial que borró la fantasía fue, de hecho, una de las causas objetivas de la pérdida de interés de la música en el ojo de la audiencia generalista de la pantalla. Porque no todo el mundo es eurofan. Aunque en determinadas burbujas de Twitter lo parezca.  

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