Borja Terán Periodista
OPINIÓN

El problema del largo prime time televisivo: España ya no trasnocha tanto

Pablo Motos, en 'El hormiguero'.
Pablo Motos, realizando un monólogo en 'El hormiguero'.
20minutos | ATRESMEDIA
Pablo Motos, en 'El hormiguero'.

Es una continua queja del espectador. Las cadenas estiran sus programas hasta altas horas de la noche desde hace años. Un truco para subir la audiencia: si el programa llega a franjas trasnochadas en las que hay menos competencia en otros canales se dispara la media del share de la emisión, que es el porcentaje de personas que están viendo cada cadena. Perfecto para inflar el rendimiento del show. Aunque, en realidad, el grueso del público real no llegue ni siquiera al final de la emisión y, por tanto, se puede desenganchar de la trama que proponga tal espacio.

Pero esta táctica ha funcionado muy bien a las cadenas, más aún en tiempos de crisis económica. Mientras que antes había que producir varios programas para rellenar la noche, ahora solo basta con uno en un país que se solía acostar bien tarde. Pero, tras la pandemia y la popularización de las plataformas bajo demanda, los hábitos del espectador están cambiando. Más de lo que creemos. La audiencia española duerme antes y necesita conciliar horarios.

De hecho, sin prácticamente darnos cuenta, ya ha existido una revolución en el prime time. El horario de máxima audiencia ya no es cuando hasta ahora empezaban las grandes apuestas del día. Se produce antes. El actual horario de máxima audiencia está consolidado en el tramo de emisión entre Pasapalabra y El Hormiguero de Pablo Motos, en esta franja de programación es donde se reúne el gran consumo televisivo y Antena 3 lo lidera con dos diarios que no suenan a oferta de prime time pero que son realmente el prime time actual.

Como consecuencia de este escenario, esta semana, Telecinco ha decidido mover ficha y vender que adelanta el prime time a las ocho de la tarde. Golpe de efecto para intentar debilitar Pasapalabra. Pero aparentemente sólo golpe de efecto, ya que sólo los grandes realities de Mediaset arrancarán a las ocho de la tarde e 'Informativos Telecinco' se mantiene a la misma hora, las nueve de la noche. Lo suyo para movilizar el sector audiovisual hubiera sido adelantar de verdad toda la parrilla: también las noticias de Piqueras. Pero la información sufriría frente a un rosco de Pasapalabra que está imparable, así que se ha optado con probar con un "previo" de la tele-realidad. No obstante, el reality actual, Secret Story, tampoco tendrá mucho que hacer contra el luminoso concurso de Roberto Leal, que ha creado una masiva comunidad de fieles.

"El espectador ha dejado de ser prioritario, lo importante es la cuota de pantalla"

Mientras tanto, TVE sigue la estrategia de alargar sus éxitos como MasterChef hasta las tantas para arañar un mejor share que aúpe la maltrecha media de cuota de pantalla global de La 1. Con esta artimaña, MasterChef Celebrity llegó este lunes al 20 por ciento de cuota pero, sin embargo, no logró superar los dos millones de espectadores, que definen la repercusión real del impacto del formato. La decisión valiente sería adelantar el Telediario y toda la programación para que fuera coherente con las dinámicas cotidianas de su sociedad, como la propia TVE ya hizo en los noventa cuando retrasó la estable y emblemática cita con el Telediario de las ocho y media a las nueve de la noche. Eran otros tiempos. La cadena pública estaba leyendo las realidades de los consumos y daba el primer paso con seguridad para ir por delante del resto y remarcar su liderazgo. 

La televisión debe contar con la intuición de entender las necesidades del público, que está en constante evolución. O el público terminará consumiendo la televisión en otros soportes, como son las plataformas bajo demanda. De ahí surge la dificultad de las cadenas tradicionales para atraer la atención con grandes series de producción propia en el prime time español. Los espectadores seriéfilos se han sentido maltratados en los últimos años y no se creen la oferta de los canales. Para disfrutar la experiencia de ver una serie también es relevante que el público conozca con seguridad la hora a la que empieza y la hora a la que termina. Y que ese horario se cumpla rigurosamente. Porque si se empieza retrasando, la desgana se apodera y el sueño aparece. Y, claro, si en una ficción no llegas al final, se pierde el hilo de las tramas y la audiencia no seguirá al siguiente capítulo. Es más, con tantos impactos audiovisuales en el día a día hasta ese audiencia se habrá olvidado que existía tal serie.

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