Borja Terán Periodista
OPINIÓN

El problema compartido de 'La Isla de las Tentaciones' y 'First Dates'

Las caras de asombro de Sandra Barneda en 'La isla de las tentaciones'
Las caras de asombro de Sandra Barneda en 'La isla de las tentaciones'
Mediaset
Las caras de asombro de Sandra Barneda en 'La isla de las tentaciones'

La isla de las tentaciones y First Dates comparten la cualidad de atraer a un público muy joven. Un poderoso target comercial, pues está en la edad de ansiar comprar aquello que ve en la publicidad. Así Mediaset ha exprimido ambas producciones con excelente rendimiento de audiencias y visibilidad en redes sociales. El problema: las está estrujando demasiado. 

Producir y enlazar tantas temporadas juntas de La isla de las tentaciones ha provocado cierta confusión a la hora de visualizar el programa. No se ha dado tiempo al programa a crear nuevas expectativas y se ha decido pegar etapas hasta diluir las tramas entre sí. Y, lo que es peor, los protagonistas han perdido la frescura de la verdad. Las parejas saben a lo que van. El público, también: una explosión de clichés del amor tóxico, dependiente y superficial, que fluyen a sus anchas por las personalidades de participantes muy maleables televisivamente hablando. Están dispuestos a todo por no decepcionar a quienes han confiado en ellos para salir por la tele. Aunque, cada vez, todos se avisten más clónicos e incluso sea difícil diferenciarlos. Porque el programa no cuenta con diversidad. Sólo con un tipo de perfil físico que representa el canon de belleza del artificio, del no salirse un patrón preestablecido, de 'instagramer' que necesita la validación con muchos likes a su cuerpo supuestamente perfecto. 

En el lado opuesto, están las citas de First Dates. En el programa de Cuatro sí que hay diversidad. Es la clave de su éxito. Quien más o quien menos ha tenido una cita y es fácil sentirse identificado con los comensales. Incluso apostar por uno de los dos, con el que empatizas más. Casi como en un partido de fútbol: el programa te invita a posicionarte. First Dates juega muy bien sus cartas para intentar evitar caer en la repetición. Lo mismo te enfrenta a una cita normal de dos chicos que podrían ser de cualquier barrio que a dos personajes excéntricos. Sin embargo, duplicar la emisión e inventar otra versión bajo el nombre de First Dates Café no ha funcionado. 

Aquí surge el problema de la sobreexplotación del producto desde la tele generalista. No es lo mismo dilatar un formato como Sálvame que se va adaptando al caudal de la actualidad que atirantar docushows con una dinámica concreta, que puede torcerse en un bucle monótono y que sientes que ya has visto. Hay que equilibrar un manejo de tiempos para que no se desgaste la fórmula. De ahí que 'La isla de las tentaciones' busca maneras de revolucionar sus tramas con nuevos giros de guion, incluso incorporando el morbo de la aparición de la figura de la suegra en las hogueras de confrontación, pero el show no está logrando atraer a nuevos públicos. Porque ya no genera la percepción de acontecimiento social como antes. Si no lo veías, no tenías nada de qué hablar. Porque su estética se ha quemado. Lo mismo sucede con First Dates, que ni siquiera evoluciona la decoración del restaurante. Y, claro, ambos programas se empiezan a observar viejos. Si no eres fan acérrimo de ellos no sabes si estás ante un capítulo de estreno o una reposición de 2019. 

Decían que en la tele 'lo que funciona no se toca'. Pero la audiencia no deja de evolucionar, así que la tele debe tener la intuición suficiente para ir de la mano de ese público que no para de crecer. Incluso rompiendo su rutina con la sorpresa que provocan programas que no caen en la rutina. Valga la redundancia. Es una de las maneras de no quedarse atrás.  Que, dentro de tu personalidad de canal, que no parezca que siempre haces lo mismo. Aunque siempre hagas lo mismo.

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