Borja Terán Periodista
OPINIÓN

Una Navidad sin Jorge Javier Vázquez: el aprendizaje de Telecinco en Nochebuena

  • De TVE a Telecinco: de la costumbre a intentar cambiar lo pronosticable de la programación para crecer
Imagen de la Nochebuena de Telecinco 2021
Imagen de la Nochebuena de Telecinco 2021
Mediaset
Imagen de la Nochebuena de Telecinco 2021

El descampado creativo de la Nochebuena televisiva propicia que el espectador pierda la ilusión por la televisión como sorpresivo evento social. Lejos quedan aquellos especiales navideños de series, como Farmacia de Guardia, o los programas-evento con los que la audiencia se reía por la corrosión y el espíritu crítico de la tele con la tele, como el primer Telepasión. Entonces, las cadenas televisivas veían las reuniones familiares de la cena del 24 de diciembre y el 31 de diciembre como una oportunidad para potenciar la marca del canal y generar un mayor vínculo de fidelidad entre la audiencia y la emisora. Se jugaba con la imaginación y los referentes del momento, los obvios... y los inesperados, aquellos que empezaban a estar en la calle. Así la tele animaba los temas de conversación en la mesa familiar. Porque en estas celebraciones la televisión tradicional siempre solía acompañar de fondo. Y no sólo repetía lo viejo conocido, también descubría con la fuerza de la transgresión más humana. 

Sin embargo, las cadenas privadas han decidido no invertir en exceso en una jornada en la que la tele está, pero está en segundo plano. Sólo TVE mantiene su producción estelar por Nochebuena y Nochevieja. Faltaría más. No obstante, es su cometido y responsabilidad como televisión pública sin publicidad que, además, debe retratar, documentar y visibilizar a los artistas del país. Otra cosa es que su fórmula de programación en estas noches de encuentro vaya por inercia y repita siempre mismas fórmulas. 

La 1 arrasa en estas fechas señaladas por tradición (y falta de competitividad), pero necesita un vuelco imaginativo para remover de nuevo la agenda de influencia y conversación social. Es la manera de seguir siendo referente para las nuevas generaciones dentro de unos años y no quedarse atrás a la hora de plasmar a los creadores de hoy. Como ha hecho La 2 con la mordacidad inteligente y poco miedosa de 'Cachitos de hierro y cromo'. Por eso se habla más de La 2 en fin de año que de otras cadenas. Ha encontrado una vanguardista personalidad actualizando (con magistrales rótulos) el valiente archivo histórico de TVE, donde había una oferta firmada por realizadores, presentadores y directores con carácter y mirada auténtica. Ahora, en cambio, no se impulsan los enfoques de autor como si la cadena pública quisiera quedar bien con todo el mundo. Cuando quedar bien con todo el mundo es la antítesis de la cultura real. Así nada trascenderá.

En el otro extremo, Telecinco. En Mediaset no quieren caer bien a todo el mundo. Eso lo tienen interiorizado como clave de su éxito. En el pasado año, en 2020, la cadena de la tele-realidad optó por aprovechar la reconocible marca de 'Sálvame' para intentar ganar adeptos en la Nochebuena y la Nochevieja con especiales con celebridades que reconoce toda la familia en 'La última cena'. De Paz Padilla a María del Monte. El invento no funcionó y quedó bien por detrás del refrito de Antena 3. ¿Por qué este fracaso cuando Telecinco está tan asentada en el imaginario colectivo y es la cadena que mejor ha desplegado un elenco de personajes identificables? El problema estuvo en que la estética del canal no atrae a los niños. Aunque se disfrace a un colaborador de muñeco divertido para intentarlo, como se hizo como reclamo. Tampoco ayuda que el sobreexplotado plató de 'Sálvame' remite a polémica. Como consecuencia, las familias no están tranquilas viendo este canal. Buscan contenidos más luminosos para estas noches navideñas en las que los gritos no pueden venir de la tele. Si eso, ya salen de nuestros propios banquetes. 

Lección aprendida. Mejor no acudir al presentador más famoso del canal, Jorge Javier Vázquez. Nada de la sombra de 'Sálvame' o los realities.  Cambio de chip para atraer a través de un espectáculo menos polémico y más fácil de comentar sin escuchar atentamente lo que dicen. De esta forma, en este 2021, Telecinco ha tirado por una gala de variedades producidas por la compañía de 'Got Talent', Fremantle. De hecho, por el escenario de este programa han pasado artistas que fueron al caza talentos, además de gran parte de los cantantes que triunfan en la actualidad. Variedad perfecta para acompañar la cena con números visuales y músicas sin sensación de peligro. Lara Álvarez y Joaquín Prat han sido los maestros de ceremonias de un show que remite a los especiales que hace sólo unos años dirigía José Luis Moreno en el propio Mediaset.

De José Luis Moreno hay que enterrar sus tópicas presentaciones con guiones sexistas basados en encuestas demográficas 'sabes por qué los hombres no sé qué...'. Muy rancias, entre otras muchas cosas. Pero las galas del futuro sí debe seguir la estela del ventrílocuo en el sentido de que es mejor un fondo con profundidad colorista que un plató oscuro. Sin embargo, estos especiales de Telecinco han contado con una gran pantalla sin personalidad de fondo y la escenografía estaba demasiado apagada. No se transmitía la calidez de la fantasía. Se evidenciaba estar en una nave en un frío polígono. Para atraer la atención del público, hay que huir de retales de pantallas y paneles sin personalidad e intentar un concepto escénico con un leitmotiv concreto. Y si no da el presupuesto, mejor un decorado hogareño bien pintado de blanco resplandeciente para entrar en casa con luminosidad. 

Por suerte, Telecinco no ha ido al refrito. No debe. No se lo puede permitir. Menos ahora. Porque su éxito está en no dejar de acompañar con producciones de constante estreno en directo (o que lo parezcan). Lo ha intentado esta noche. En comparación con el pasado año, ha pasado de un 11,9 por ciento de share con 'La última cena' en 2020 a un 13 por ciento de share con 'Viva la fiesta de la Nochebuena' en este 2021. Su nuevo especial ha sido más inclusivo, aunque sin conseguir adelantar a los revivals enlatados (con el multicolor zapping de 'Tu cara me suena') de su principal rival Antena 3, 'que ha asentado una imagen de cadena de entretenimiento familiar. Para romper su actual techo de audiencia, Mediaset debe indagar más -como ya hacía en sus comienzos en los noventa- en las escenografías que desmontan la monotonía del canal. Un canal que ya tiene diversidad de comunicadores y colaboradores, pero le falta diversidad visual en sus platós para que no parezca que todo es debate incendiario. 

Que nadie se olvide: la tele entra por los ojos y necesita conquistar la ingenuidad de un resabiado espectador al que ya no le seducen aquellos 'Noche de fiesta' demodé con personas disfrazadas de gala. El público conecta con la gente que viste, actúa y siente como él. El éxito de fondo de Telecinco, vamos. Ahora hay que hacer brillar más lo que une a la diversidad social con ingenio creativo y no apagarla con tanta polémica básica a la que ya se ven las costuras.

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