Diego Carcedo Periodista
OPINIÓN

Cosas que pasan

Dos personas caminan bajo uno de los arcos de acceso a la Plaza Mayor de Madrid.
Dos personas caminan bajo uno de los arcos de acceso a la Plaza Mayor de Madrid.
Jorge París
Dos personas caminan bajo uno de los arcos de acceso a la Plaza Mayor de Madrid.

Pasan cosas, claro. Estaría bueno que no pasasen cosas. Un amigo mío, sabio como los de antes, me decía una vez: "Diego, lo bueno en la vida es que nos pasen cosas". Y estoy de acuerdo. ¿Cómo serían de aburridas nuestras vidas si no pasasen cosas? Bien mirado, sí, la suerte es que todos días nos pasan cosas a todos. No hay excepciones.

Son cosas distintas y alternativas. Pasan cosas buenas y cosas malas, eso es lo peor. Además, las cosas que pasan suelen ser buenas para unos y malas para otros. Así ha sido siempre. Y así vamos descontando plazos de vida. Nunca nos acostumbraremos. Pero hay que convencerse. No se puede vivir sin tener nada que contar.

Y es lógico que cada cual lo afronte como pueda. Lo que chirría es que nos preocupemos tanto de las cosas que les ocurren a los demás. ¿No tenemos bastante con las que nos pasan a nosotros? ¡Coño! Muchas veces parece que no. Vamos por la vida defendiendo nuestra intimidad y luego nos distraemos metiéndonos en la de los demás.

Es lógico, también, que las cosas que nos pasan no suelan ser originales. Somos miles de millones de personas y a todas nos pasan cosas. Nada que pase a alguien es exclusivo. ¡Qué va! Por lo tanto, ¿qué nos sorprende cuando vemos lo que les pasa a otros cuando resulta que ni es nuevo ni único ni nos importa? No sé, pero a lo mejor si dejásemos que cada cual se enfrente a las cosas que le pasan, afrontaríamos mejor las propias, que no suele ser poco.

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