Desde que hace 20 años Stella McCartney tuviera el sueño de crear la mejor ecopiel del mundo, y todos le tacharan de “ecopirada”, han cambiado los armarios. ¿Cuántos llevamos ahora mismo pieles como nuestras madres o abuelas? Veo pocas manos levantadas. En los 2000 nadie apostaba por el éxito de algo que no fuera “verdadero” y en el 2021 llevamos pieles sintéticas por creencia y estética sin sentirnos de segunda porque “no sean reales”. En su mayoría poliesters con acabados resultones de borreguito. 

Os diré que aunque resuelva el tema animalista a corto plazo, no tiene nada sostenible ni cuando le acompaña el apellido de reciclado. Su fuente de origen es el petróleo, es un tejido poco respetuoso con la piel sensible y en cada lavado se descompone en microplásticos, que terminan en el desagüe sin filtrar por las depuradoras (son demasiado pequeños) alimentando a los peces, entrando en nuestro sistema digestivo y llegando incluso a la placenta de las embarazadas.

Siento ser tan explícita, pero es lo que hay. Y también reconozco que hay poliéster en mi armario y he llevado pieles reales y mantendré el cuero de mis cazadoras favoritas sin sentir pudor al llevarla. Lo hice, lo hicimos. Lo que no haré será dar un paso atrás y comprarlo de nuevo. Invertiré en pieles ecológicas y biodegradables para avanzar. Y en cuanto al poliéster existente y cómo darle segundas vidas. Mejor para zapatillas que para prendas, por todo lo anterior.

"En los 2000 nadie apostaba por el éxito de algo que no fuera “verdadero” y en el 2021 llevamos pieles sintéticas por creencia y estética sin sentirnos de segunda"

El gran paso para que la sostenibilidad llegue a todos será seguir la estela de la ecovisionaria Stella y que hoy está en las tiendas de gran consumo con abrigos de peluche, pero por la senda de los tejidos orgánicos como el muskin, alternativa ecológica a la piel animal a base de hongos.

Estos días la hija del Beatle mostraba orgullosa en Glasgow con maniquíes con cabezas de setas (un guiño muy explícito para que llegue el mensaje) sus avances con el tejido. Mylo es como ha nombrado a su patentada alternativa al cuero, desarrollada junto a la empresa de biotecnología Bolt Threads.

Los científicos que están detrás de masificar la producción del “cuero del hongo” o muskin creen que “podría cambiar las reglas del juego de la sostenibilidad y salvar al planeta” en declaraciones a The Guardian. Reconocen que “no solo es igual al tacto que la piel de cordero o vaca, sino que dura más y es más resistente”. Es una estructura de raíces que puede renovarse de forma infinita y que por ello supone una maravillosa noticia para la sostenibilidad.

Cortesía de Hermés

Hermès ya ha coqueteado con los hongos junto con la empresa MycoWorks y ha sacado su propia patente: Fine Mycelium. Se puede cultivar a partir de hongos en bandejas en cuestión de semanas y reproduce la apariencia y el tacto del cuero. Recientemente lo introdujo en su debut en la alta costura en un exclusivo bolso que no me importaría nada lucir y disfrutar durante años. Se trata de su clásico modelo Victoria. Un birkin que anteriormente había sido fabricado en polémicos materiales como piel de avestruz o cocodrilo… y que hora también promete dar que hablar.

En España Araceli García es la pionera en los bolsos de cuero de hongos de nuestro país. Originales creaciones pintadas a mano con la técnica de la acuarela que rondan los 2000 euros.

La ecotedencia manda y será maravilloso que este tejido avance hasta las marcas de pret a porter y salvar así muchas cabezas de animales.

Cortesía Araceli Bags.