Eurovisión es uno de mis temas preferidos. Es, sin ninguna duda, junto con Halloween y Navidad, una de mis citas favoritas del año. Muchos lo critican pero yo... ¿cómo no voy a estar a favor de espectáculo, pasión, música y televisión? Este año los eurofans están tristes, alicaídos, lacios... No hay Eurovisión.
Las medidas internacionales para frenar la propagación del coronavirus se están llevando muchas cosas por delante, y entre ellas Eurovisión. Partiendo de la base de que prevenir es curar, hay algunos que están intentando celebrar el Festival sea como sea, y no. A veces, no todo (nos) vale.
Esta semana leía un titular en la web de Radio Televisión Española que decía: España gana Eurovisión online... y daba igual lo que siguiese, porque nosotros nos quedamos con eso: España gana Eurovisión. Lo del online, ni lo vimos, ni lo queríamos ver. ¿Ha ganado España Eurovisión? Pues no, ni mucho menos. La confusión (el titular ya fue modificado) venía porque los de RTVE quisieron hacer su propio Festival a través de internet. Tenían las canciones, los artistas, la plataforma... y organizaron un concurso online para que los internautas votasen por su canción favorita. Evidentemente... web española, victoria española. Y entonces llegó la revolución, el odio y los tuits polémicos.
Fuimos muchos los que criticamos esta victoria ‘tramposa’, pero más los que se cebaron. Yo defiendo Eurovisión y a los que lo hacen. Me consta que la intención siempre fue buena y que las personas que trabajan allí viven el Festival tanto o más que los eurofans. A veces, defender Eurovisión también implica defendernos entre nosotros para remar todos a favor. Viva Eurovisión.
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