No todas las presentadoras de La Sexta son guapas, ni tienen una grandísima vis cómica, ni todas han presentado antes Noche Hache. Eva Hache, sí. La humorista, que saltó a la fama en la primera edición de El club de la comedia, regresa para coger el timón del espacio.

Nacida el 7 de agosto de 1972 (Segovia). Comenzó como monologuista en el canal Paramount Comedy. Fue colaboradora habitual de La noche de Fuentes y cía. (Telecinco), después pasó por La 1 (Splunge) y Cuatro (Noche H, Saturday Night Live).

Sorprende que la promo diga que no todas las presentadoras de La Sexta están buenas.

Es un poco espinoso (risas). Sudaron tanto para proponérmelo que dije que sí rápidamente. Me pareció muy buena idea porque la crítica que se hace de La Sexta es que hay que estar buenísima para trabajar allí.

¿Cómo se toma la vuelta?

Me apetecía. Un semanal es muy relajado y me permite ocuparme de mi niño sin tener que llevarlo a la guardería.

Lo ha llevado en secreto.

No lo sé ni yo de lo discreta que he sido (risas). Ya estaba un poco cansada de hablar sólo de cacas y tetas. Después de diez meses que tiene la criatura me apetece trabajar un poquito.

¿Ha querido morirse porque no se reían con sus chistes?

Me ha pasado muchas veces. Esa sensación de vértigo nauseabundo existe, por su puesto. Coges aire, lo sueltas todo en alto y hay un silencio que te da muchas ganas de llorar.

¿Se sigue poniendo nerviosa?

Presumo de que no lo paso mal, pero las entrañas siempre se mueven un poco. Hay una tensión que es muy buena. Salir con demasiado relax al escenario es faltarle al respeto al público.

Entonces, ¿es tan nerviosa como la vemos en televisión?

¡Qué va! Tengo mucha actividad cerebral, pero físicamente soy supertranquila... un cojín (risas). Soy muy lenta y disfruto con ello. Lo que pasa es que cuando me pongo a trabajar, la tensión me hace estar un poco revolucionada.

¿La gente le pide por la calle que sea graciosa?

Demandan lo que ven. Como soy risueña y tengo bastante de golferío, me cuesta poco decirles un par de tontadas en la carnicería. Antes de salir en la tele ya lo hacía, tengo una simpatía bastante desvergonzada.