Fue la primera vez que los jóvenes salieron de forma masiva para expresar su rechazo a la violencia; con sus manos alzadas hacia delante y con las palmas pintadas de blanco quisieron expresar su deseo de una convivencia pacífica. Y lo hicieron en silencio.

Varios miles de alumnos de las universidades madrileñas, especialmente los de la Autónoma, se concentraron ante la Facultad de Derecho de esta Universidad, donde fue asesinado Tomás y Valiente, que era catedrático de Historia del Derecho.

Tres tiros a bocajarro

Falleció poco después de las diez y media de la mañana, el 14 de febrero de 1996, cuando un miembro del comando Madrid identificado por la Policía como Jon Bienzobas Arreche le disparó tres tiros a bocajarro mientras el catedrático se encontraba en su despacho.

El etarra actuó a cara descubierta y utilizó en su fuga uno de los ascensores del edificio sólo conocido por el personal asiduo a este recinto docente.

Los profesores de la Universidad y su alumnado se echaron a la calle, un día después del asesinato, con sus manos pintadas de blanco para hacerlas contrastar con las manchadas de sangre de los etarras.

Cinco días después de su muerte, los jóvenes repitieron ese gesto de paz y distribuyeron pintura blanca a los asistentes a una manifestación que se convirtió en histórica, ya que fue la que aglutinó una mayor afluencia de ciudadanos desde la que condenó el golpe de Estado del 23-F en 1981.

Un millón de personas se manifestaron en Madrid con un único grito, el de "¡Basta ya!", y con un batir de palmas para expresar su rechazo a ETA, a la banda que había asesinado a Tomas y Valiente y ocho días antes, el 6 de febrero del 96, al dirigente socialista vasco Fernando Múgica.

También hacía casi un mes que ETA había iniciado su secuestro más largo, el del funcionario de prisiones Ortega Lara, quien fue rescatado por la Guardia Civil 532 días después.

El espíritu de Ermua

La respuesta al asesinato de Tomás y Valiente fue el anticipo del denominado "espíritu de Ermua", una movilización social sin precedentes contra el secuestro y posterior asesinato del edil de PP Miguel Ángel Blanco, a manos de ETA.

El problema del terrorismo de ETA era una de las cuestiones más presentes en los artículos que escribió Tomás y Valiente, quien dejó escrito en un libro póstumo que "el Estado puede ganar el desafío" del terrorismo.

Así lo rubrica en el prólogo de A orillas del Estado, una recopilación de artículos periodísticos con su ideario más reciente, el de un confeso creyente en el Estado y en la tolerancia.

Juzgaba el profesor asesinado, que para derrotar a ETA es imprescindible la implicación por igual de políticos, periodistas, policías, partidos nacionalistas democráticos y ciudadanos.

Por ello, escribió que "si políticos, periodistas y policías acatan y cumplen sin fisuras las reglas del Estado de derecho; si los partidos políticos nacionalistas y democráticos superan indefiniciones y ambigüedades tal vez constitutivas, y si los ciudadanos apoyan sin fisuras la paz y la libertad", entonces, el Estado vencería a ETA.

Zapatero: "No podemos segar la esperanza"

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, amplió hoy a todas las víctimas del terrorismo el homenaje realizado en memoria de Francisco Tomás y Valiente, y subrayó que "el terror ha segado muchas vidas, pero no podemos segar la esperanza del fin de la violencia".