Luis Litardo: "Ahora nos conformamos con comer fuerte una vez al día"

Luis Litardo y Janeth Sánchez posan en su casa con sus hijos, Omar y Ángel.
Luis Litardo y Janeth Sánchez posan en su casa con sus hijos, Omar y Ángel.
JORGE PARÍS
Luis Litardo y Janeth Sánchez posan en su casa con sus hijos, Omar y Ángel.

En España hay 1, 3 millones de hogares donde todos sus miembros están en el paro. Detrás de esa fría cifra hay historias humanas de todo tipo que no son difíciles de imaginar. Todos tienen un denominador común:  son dramas personales vividos con ansiedad, tristeza, frustración e impotencia.

Como la historia de María Pardo, de 42 años, que se niega a posar para el fotógrafo de 20minutos.es, pero que nos habla de su marido, Enrique, de 47 años, y de sus cuatro hijos, dos de los cuales están aún en casa: "mi niña de 20 años, con síndrome de Down, y un niño de 14".  María no quiere hablar, o más bien no puede, porque sus ojos se llenan de lágrimas, lleva en el paro más de 10 meses, como su marido, pero lleva prisa porque se va la ONCE "a ver si me dan algo de ayuda de ropa para la niña".

Tampoco quiere posar Samir Tabache, un argelino de 38 años, que ha decidido que ya no aguanta más. Después de 9 años en España, regresa a su tierra.  "El mes que viene, cuando terminen los chicos el colegio, me vuelvo a Argelia, porque aquí no sale nada de nada". Lleva dos años y medio sin trabajar, y recuerda con  tristeza aquellas nóminas de los viejos tiempos, cuando ingresaba 1. 200 euros por cargar y descargar camiones, dinero que le servía para mantener a su esposa, Buana, de 35 años, que no tiene permiso de trabajo y a sus tres hijos, de 12, 11 y 7 años de edad.

Ahora el dinero que entra en casa se limita a los 426 euros de ayuda (el subsidio del paro se acabó hace meses) lo que hace que haya tenido que cambiar la casa en la que vivía por una habitación en un piso de tres habitaciones por la que paga 380 euros. En ella, repartidos entre literas y en el suelo, Samir vive con sus hijos. En las otras dos habitaciones  viven dos parejas ecuatorianas, por lo que organizarse para usar el único baño de la vivienda  no es una tarea sencilla: "Nos toca usar la lavadora dos veces por semana y la ducha tres veces por semana".

Iván y Sara

Hoy en la cola del INEM del barrio madrileño de Usera hay algunas caras nuevas, como la de Sara María Martínez, de 26 años. No está sola, haciéndole compañía están su suegra y su novio, Iván Fernández, de 29 años, en paro desde hace casi dos años, cuando perdió su trabajo de informático en Supersol. Sara ha perdido este lunes su trabajo, el mismo día en el que se incorporaba, después de una baja de seis meses debido a la fibromialgia que padece.

Viven juntos, de alquiler, junto a sus tres perros;  pero se consideran afortunados porque, a pesar de haberse quedado ambos en paro, y a pesar de que Iván ya solo cobra la ayuda de 426 euros, sólo pagan 300 euros al mes por el piso, ya que es de los abuelos de Iván, que viven con su madre. Aunque la situación económica en la casa de los padres de Iván tampoco es boyante. El padre, a un año de la jubilación, ha perdido el trabajo hace escasamente un mes. La madre, al cargo de los dos ancianos, no trabaja y, aunque tienen concedida una ayuda por la Ley de Dependencia, todavía no han recibido nada.

"Ahora aprovecho cuando voy a hacer la compra a un centro comercial y dejo el currículo", cuenta Iván, "siempre los llevo en el coche por si acaso", y añade "me da vergüenza andar así, a mi edad".

Su coche también ha cambiado estos años. Tenía un Fiat Stilo que cambió por un Smart, antes de perder el trabajo, luego, al no poder hacer frente a los pagos, tuvo que venderlo y comprarse un Ford Puma de segunda mano. Hasta ahora él y su novia, habían ido tirando con los ahorros de ella. Iván dice que lleva más de dos años sin comprarse ropa, "ni unas tristes zapatillas". Desde el lunes, la perspectiva es un poco peor.

Sara llevaba tres años trabajando para un despacho de abogados, en el departamento de recobros. La crisis disparó los impagos y los recobros se volvieron imposibles. Ahora ambos afrontan fines de semana en casa "o en el parque comiendo pipas, de 50 céntimos la bolsa, mejor que de un euro".

Lo que ni se plantean es dar en adopción a alguno de sus perros para ahorrar gastos. "A uno ya lo rescatamos de un contenedor. Si es necesario nos lo quitaremos de nuestra comida, pero ellos se quedan con nosotros", replica rápida Sara.

Mauricio y Heidi

Mauricio, de 45 años, y Heidi, de 43, ni se plantean regresar a su Colombia natal, a pesar de los ruegos de sus familiares y de su hija, Cindy Lorena, de 25, a la que hace  más de dos años que no ven. Con ellos vive el hijo pequeño de la pareja, David, de 12 años.

Mauricio, en paro desde octubre, ingeniero mecánico, llegó a España hace 3 años, para trabajar durante cinco años para Thyssenkrupp, como especialista en ascensores. Los cinco años prometidos se convirtieron en uno y desde entonces ha alternado todo tipo de trabajos para salir adelante. Su mujer llegó a Madrid hace un año y medio, por reagrupamiento familiar, cuando todavía no había entrado en vigor la reforma de la ley de extranjería, por lo que no tenía permiso de trabajo. Ahora, aunque quisiera hacerlo, no encuentra nada.

Los 1.800 euros que Mauricio llegó a cobrar se han convertido en los 426 de ayuda. Pagan 760 por el alquiler de un piso en Alcorcón, por lo que a la pregunta de cómo cuadran las cuentas, sonríen, se encojen de hombros y Mauricio confiesa sonriendo que "de vez en cuando reparto pizzas de noche".

Está harto de llevar su currículo a empresas especializadas en ascensores "En Madrid hay 113 empresas de este tipo", dice con humor. "Llego y me dicen que me cogen el currículo porque he ido;  pero que ese día van a despedir a cinco, Pero no hay que rendirse. Al final del túnel hay luz". Tanto él como su mujer intentan hacer ejercicio a diario e intentan mantener una actitud positiva, "de estas situaciones se aprende mucho. Saca lo peor y lo mejor de la gente", reflexiona Mauricio.

Llevaban meses sin tomarse un café fuera de casa, "vamos con el termo a todos los lados", dice Heidi; pero hoy se toman uno con la periodista, que escucha asombrada que "el café de España está mucho más rico que el que tomamos en nuestro país. En Colombia el mejor café lo mandan para acá", dice Heidi.

Luis y Janeth

Luis Litardo, de 32 años, y Janeth Sánchez, de 25, debaten entre ellos si volver o no a Guayaquil (Ecuador). Janeth no dudaría en volver, aunque para eso también necesitan un dinero del que no disponen.

Tienen dos hijos, Omar, de 9 años, y 'Angelito' de un año, y en casa hasta ahora solo entraba el subsidio del paro de él, 950 euros, que, después de un año, se acaba de terminar.  Desde el próximo mes dependerán de la ayuda de 426 euros.  Luis trabajaba en la construcción y Janeth limpiaba por horas y cuidaba del hijo de una mujer que también perdió su trabajo "así que ahora ella cuida de su hijo, y yo me he quedado sin trabajo", explica.

Viven hacinados con sus hijos en una habitación por la que pagan 350 euros. "El alquiler se lo pago a mi papá, que también está en paro".

Para llegar a fin de mes dependen de la ayuda de ONGs y distintas parroquias de la zona y Luis concluye: "Ahora nos conformamos con comer fuerte una vez al día".

Los trabajadores tienen derecho a 22 días laborables de vacaciones,
sin computar los sábados, cuyo cómputo se efectuará por año natural.
Los trabajadores del área editorial disfrutarán de sus vacaciones preferentemente
durante el mes de agosto, siempre que exista cese de la
edición del diario en papel. No obstante, debido a la creación de una única
redacción, regida por turnos, durante el mes de agosto deberá quedarse
siempre un grupo de trabajo, establecido de mutuo acuerdo con la Dirección.
En caso de que no sea posible disfrutar de la totalidad de las vacaciones
durante el mes de agosto, los trabajadores del área editorial
podrán disfrutar de, al menos, 15 de sus 22 días laborables de vacaciones,
entre el 15 de julio y el 15 de septiembre.
Los departamentos ligados directamente a la distribución del diario
impreso disfrutarán sus vacaciones preferentemente en el mes de agosto,
siempre que exista cese de la edición de dicho diario.
El personal adscrito a la producción de la revista o publicaciones con
periodicidad superior al mes, disfrutarán sus vacaciones preferentemente
en el mes de julio. Estos departamentos, para la fijación del periodo vacacional
de cada uno de los trabajadores deberán tener en cuenta las necesidades
inherentes a la reanudación de las ediciones y/o el calendario de
ediciones.
El resto de departamentos disfrutarán sus vacaciones 15 días laborables
en los meses de julio y agosto y los restantes 7 días laborables en las
fechas que se fijen de común acuerdo entre el trabajador y la Dirección.
La duración de las vacaciones en los supuestos de nuevo ingreso se
calculará en proporción al tiempo de permanencia en la empresa.
El cuadro de vacaciones de cada sección lo fijará la Empresa. El trabajador
conocerá las fechas que le correspondan dos meses antes del
comienzo del período vacacional.
Los días de vacaciones se establecerán preferentemente por los miembros
de cada sección entre sí. De no lograrse dicho acuerdo, se establecerán
turnos de año en año, comenzando el primer año por sorteo.
En aquellos supuestos en los que se modifique por voluntad de la
empresa el cuadro de vacaciones después de su publicación, el trabajador
que se vea afectado por dichos cambios tendrá derecho a tres días más de
vacaciones.
Artículo 34. Permisos.
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