En ocasiones, la suerte y la esperanza pueden irse tan rápido como llegaron. Es el caso de la terrible tragedia que un grupo de bomberos de Castilla y León y una niña haitiana tuvieron que vivir en el devastado país caribeño.
El grupo de bomberos españoles desplazado a Haití había sido destinado a rastrear un edificio, cuando algunos lugareños les advirtieron que en una casa derruida se oían voces. Los rescatadores comenzaron a escarbar y localizaron viva a una niña de unos doce o catorce años. Aunque la situación era mala porque los escombros estaban muy disgregados, los bomberos consiguieron liberarle la cara y comenzar a hidratarla.
Tras dos horas de trabajo, la pequeña estaba liberada hasta la cintura y tan solo la aprisionaba el cadáver se su propia madre, fallecida y en estado de descomposición. En ese momento, la escolta canadiense de los rescatadores comenzaron a alarmar a los españoles, pues la situación de la zona no era segura. Media hora más sería suficiente para recatar a la niña, y finalmente los canadienses y los pakistaníes, que cubrían el pasillo de salida, cedieron. Media hora más para salvar una vida.
Sin embargo, a los pocos minutos los bomberos recibieron la orden de abandonar. "Se nos cayó el mundo" aseguraban los bomberos españoles este lunes, cuando han conseguido hablar con España, en una de las pocas y cortas conversaciones que pueden mantener, cuando logran hacerse con un teléfono satélite, los únicos que funcionan en Haití.
Las revueltas y los tiroteos de la zona hicieron que finalmente las fuerzas de seguridad les hicieran elegir: "o muere la niña o morís vosotros". Y poco después ya no hubo opciones y sacaron a los bomberos de la zona. La niña, que había resistido cinco días bajo los escombros y junto al cadáver de su madre, se quedó allí.
Los españoles intentaron que los lugareños acabaran el trabajo, que estaba prácticamente finalizado, pero nadie está por ayudar en Haití. Ya supone demasiado esfuerzo cuidar de uno mismo. Los miembros del equipo de rescate están destrozados. Han intentado volver a la zona, pero las Naciones Unidas han cerrado esa parte de la ciudad por motivos de seguridad.
Ahora, el equipo de bomberos de Castilla y León, que ha rescatado a tres personas con vida y ha rastreado 24 edificios derruidos ha sido destinado a labores de logística.
Otro caso de adversidad asesina
El 16 de noviembre de 1985, una niña colombiana llamada Omayra Sánchez murió, tras tres días de agonía entre el fango y el agua. Pocos días antes, el volcán Nevado del Ruiz había hecho erupción y los destrozos provocaron una fuerte riada que atrapó a Omayra en una pequeña poza.
Durante tres días, y mientras la prensa lo retransmitía al mundo, los equipos de rescate intentaron liberarla, pero la única opción era la amputación de sus piernas y al carecer de equipo de cirugía supondría su muerte. Finalmente, y tras permanecer consciente y con el agua al cuello, la joven de trece años murió.
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