Se reanuda el juicio a Cristina Rivas y la defensa insiste en su salud mental: así es el perfil de las madres que matan a sus hijos

Así es el perfil de las madres que matan a sus hijos.
Así es el perfil de las madres que matan a sus hijos.
HENAR DE PEDRO
Así es el perfil de las madres que matan a sus hijos.

No fue un arrebato. Cristina Rivas llevaba meses planeando el asesinato de su hija. Esta semana se reanuda el juicio por el crimen de la pequeña Yaiza, de cuatro años, con el énfasis puesto en la declaración de la acusada. Han sido sesiones muy intensas en las que ya han pasado numerosos peritos, entre los cuales se encontraban los Mossos d'Esquadra, que coincidieron en determinar que Cristina llevaba tiempo planificando el crimen. Había buscado en Internet información sobre otros filicidios y casos mediáticos, desde Asunta Basterra hasta Gabriel Cruz. Pero también buscó información sobre fármacos, dónde encontrar armas, cómo redactar una carta de suicidio, o cuánto se tarda en morir tras una gran ingesta de medicamentos.

Difícil demostrar que se trató de un acto precipitado tras ese rastro. La Fiscalía pide prisión permanente revisable, mientras que la defensa insiste en la enajenación mental transitoria. Buscan la absolución o, en su defecto, una eximente. El concepto de trastorno mental transitorio se aplica solo en el ámbito jurídico y sirve para atenuar o exculpar a quienes realmente no sabían lo que hacían. Pero no se trata de un trastorno como tal. De hecho, en psicología o en psiquiatría no existe, ni siquiera consta en los manuales de psicopatología. Se trata, por tanto, de una opción que da la justicia para cubrir estados mentales que provoquen ese tipo de alienación.

Y lo cierto es que, según los estudios, la mayor parte de madres que asesinan a sus hijos sufren alteraciones psíquicas. Las estadísticas españolas sobre filicidios no están exentas de polémica. Resulta difícil determinar un perfil de infanticida, pues los informes oficiales solo registran las muertes de menores a manos de hombres en casos de violencia de género, y tampoco el INE aporta datos sobre la diferencia de género en estos supuestos.

Pero si se consultan los datos de estudios internacionales, sí pueden detallarse rasgos diferenciadores. Según los análisis, las mujeres solo cometen un 10% de los homicidios a escala global. Sus víctimas son a menudo parejas, exparejas o hijos. La muerte de un recién nacido, de hecho, es un crimen casi exclusivamente femenino.

Las mujeres homicidas tienen una mayor prevalencia de enfermedad mental que los hombres, y predominan los acontecimientos traumáticos en su biografía, como casos de maltrato. La ausencia de afecto o la violencia sistemática termina perfilando su conducta. A menudo es desesperación. El estado de vulnerabilidad parece latente. Desde depresiones, bipolarismo, trastornos del estado de ánimo o psicóticos, como la esquizofrenia o la psicosis posparto. Rara vez actúan para vengarse del padre. En general, el crimen es fruto de un sufrimiento desmesurado, o de una fase de disociación.

Jugar la carta de la salud mental es baza habitual en los procesos judiciales, y los peritajes psicológicos son indispensables. Existen casos estremecedores de personas que actúan bajo un estado de desconexión mental y, además de acarrear con la idea del descontrol, han de cargar con la culpa de haber realizado un acto que jamás hubiesen querido cometer. Y a veces no hay peor condena, ni cárcel más severa, que la propia cabeza. Pero para que se apliquen rebajas de penas debe probarse que la persona involucrada, durante los hechos, no estaba siendo consciente de sus actos. La alteración ha de ser intensa, tanto como para anular la capacidad cognitiva y volitiva.

Cristina llevaba semanas informándose sobre formas de morir. Los mensajes enviados a su ex pareja revelan que buscó volver con él, pero este no quería. Había rehecho su vida, y ella no podía soportar la idea de que la pequeña le prefiriera, más aún, a su nueva pareja. Según la acusación, se vengó. El odio la llevó a arrebatarle la vida a la niña y a intentar suicidarse junto a ella para causarle dolor. Es un caso de violencia vicaria, porque, aunque en ciertos organismos oficiales el término se refiera únicamente a hombres que instrumentalizan a hijos para hacerle daño a la mujer, lo cierto es que su génesis amplía el término para ambos géneros.

La abogada de la acusada también repite que ella amaba a su hija, y que antes de dejarla en un ambiente hostil prefirió acabar con las vidas de las dos. Es el llamado suicidio ampliado, que implica cierto grado, aunque bien cuestionable, de compasión.

Cristina le dio lorazepam. La asfixió con una bolsa de plástico. Dijo que se la llevaba consigo porque ella la había parido. Su propia madre admitió odiarla por lo que hizo. A la espera de su declaración, está por ver qué convence más al jurado popular. Si la estadística, la locura o la maldad.

Biografía

Carmen Corazzini estudió periodismo y Comunicación Audiovisual. Se especializó con un máster en 'Estudios Avanzados en Terrorismo: análisis y estrategias' y otro en 'Criminología, Victimología y Delincuencia'.

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