Hacienda ha ganado 11.000 millones por IRPF desde la pandemia por no deflactar el impuesto, según el Banco de España

La vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero.
La vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero.
Europa Press
La vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero.

Las arcas públicas han hecho caja con la inflación de los últimos años, especialmente con el IRPF. El Banco de España estima que no deflactar este impuesto —es decir, no adaptar el importe de sus tarifas ni de sus beneficios fiscales a la inflaciónha permitido que Hacienda recaude 11.000 millones de euros más desde la pandemia de los que hubiera logrado si hubiese adaptado el tributo a la subida de precios.

Así se desprende de un análisis que ha publicado el Banco de España este martes en el marco de su informe anual. Un documento en el que el supervisor bancario repasa los principales acontecimientos que han rodeado a la economía española en 2023 y los retos estructurales que afronta el país. 

La deflactación (o no) del IRPF se ha convertido en motivo de disputa entre Gobierno y oposición. El PP ha hecho bandera de esta medida y las comunidades que gobierna han aplicado deflactaciones del impuesto (algo que también han hecho algunos gobiernos autonómicos en manos del PSOE). En cambio, el Ejecutivo central ha rechazado en diferentes ocasiones esta medida, al considerar que beneficia sobre todo a rentas altas. El Gobierno defiende, además, que ya ha rebajado el impuesto a las rentas bajas a través de la reducción por rendimientos del trabajo.

Según el trabajo del supervisor, entre 2019 y 2023 la recaudación por IRPF aumentó 38.000 millones de euros. De ellos, 26.000 millones se explican por el ensanchamiento de la base tributaria. Esto es, porque hay más personas trabajando u obteniendo rentas de otro tipo y porque los ingresos que obtienen han subido. Sin embargo, una cantidad nada desdeñable de esa ganancia (11.000 millones, el 29% del incremento) se explica por la llamada "progresividad en frío". Es decir, la no deflactación de los elementos del impuesto. 

Si medimos los ingresos de IRPF sobre el PIB —una métrica que permite saber cuánto se obtiene por este impuesto en comparación con lo que produce la economía—, el Banco de España estima que la mitad del aumento de recaudación se debe a la no deflactación. Los ingresos por este impuesto han pasado de suponer el 6,9% del PIB 2019 al 8,5% en 2023. De hecho, si la tendencia se mantiene, podrían alcanzar el 9% en 2024 si no se adaptan las tarifas. 

La no deflactación de la tarifa se ha traducido en que el tipo medio que abonan los contribuyentes (es decir, el porcentaje de su renta que se va a pagar IRPF) ha aumentado. En concreto, este porcentaje ha pasado del 12,8% en 2019 al 14,7% el año pasado. De este aumento, sostiene el supervisor, el 70% es culpa de la no deflactación del impuesto. 

Las clases medias, las más afectadas

El Banco de España explica que, con carácter general, por cada 1% que aumenta la renta de un contribuyente (ya sea por subida de sueldo, ganancias por ahorros, alquiler, venta vivienda...), la cuota que tiene que pagar sube un 1,85%. Por ejemplo, para un contribuyente con ingresos de 33.700 euros, estos porcentajes se traducen en que un aumento en su renta de 337 euros supone un incremento de su cuota a pagar de 101 euros. 

Sin embargo, la progresividad en frío no afecta por igual a todos. Los efectos se centran especialmente en contribuyentes con rentas "medias". Los contribuyentes con rentas entre 16. 385 y 19.873 euros son los que más lo notan. Por cada 1% que sube su renta, la cuota a pagar se les incrementa un 10%. En el caso de los declarantes con ingresos entre 19.873 y 23.988 euros, la relación es de cuatro a uno. El efecto de la progresividad en frío se va diluyendo a menudo que aumenta la renta. No obstante, el 30% de los contribuyentes que menos ingresos obtienen (es decir, renta de hasta 16.385 euros) no se ven afectados por la no deflactación. 

La progresividad en frío afecta por dos vías diferentes. En primer lugar, si los importes que delimitan los beneficios fiscales como reducciones de la base imponible o deducciones fiscales no se actualizan cuando suben los precios o los salarios, estos pierden efectos. La segunda vía se produce cuando no se tocan las cuantías que delimitan los tramos del impuesto. Esos importes reflejan un determinado nivel de vida, pero se fijaron hace ya más de diez años. La subida de los precios y los salarios desde entonces hacen que un sueldo de 22.000 euros brutos (por poner un ejemplo) tenga ahora menos poder de compra que antes de la pandemia. Sin embargo, paga el mismo IRPF que entonces.

El supervisor ha constatado que la no deflactación ha producido también una reducción de la desigualdad en la distribución de la renta. Las diferencias de ingresos entre el 10% más rico y el 10% más pobre después de impuestos se han reducido. Eso sí, aunque la redistribución ha aumentado, la progresividad se ha reducido: la diferencia entre el tipo medio que pagan los contribuyentes más acaudalados y los de menos ingresos se ha reducido. 

Sin embargo, deflactar el IRPF implica renunciar a una fuente importante de ingresos en un momento en el que España tendrá que afrontar ajustes fiscales para cuadrar sus niveles de déficit y deuda pública. Desde Bruselas y cada vez desde más organismos internacionales, se suceden los mensajes al Gobierno para que presente cuanto antes un plan de ajuste consensuado. 

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