OPINIÓN

Ecos de la primavera del 68

Paris (France), 29/04/2024.- Pro-Palestinian demonstrators gather outside the Sorbonne University, where they tried to set up a protest camp before being evacuated by police in Paris, France, 29 April 2024. More than 34,300 Palestinians and over 1,455 Israelis have been killed, according to the Palestinian Health Ministry and the Israel Defense Forces (IDF), since Hamas militants launched an attack against Israel from the Gaza Strip on 07 October 2023, and the Israeli operations in Gaza and the West Bank which followed it. (Protestas, Francia) EFE/EPA/MOHAMMED BADRA FRANCE PROTEST ISRAEL GAZA CONFLICT
Protestas de estudiantes propalestinos en la universidad de la Sorbona en París, el 29 de abril de 2024. 
MOHAMMED BADRA
Paris (France), 29/04/2024.- Pro-Palestinian demonstrators gather outside the Sorbonne University, where they tried to set up a protest camp before being evacuated by police in Paris, France, 29 April 2024. More than 34,300 Palestinians and over 1,455 Israelis have been killed, according to the Palestinian Health Ministry and the Israel Defense Forces (IDF), since Hamas militants launched an attack against Israel from the Gaza Strip on 07 October 2023, and the Israeli operations in Gaza and the West Bank which followed it. (Protestas, Francia) EFE/EPA/MOHAMMED BADRA FRANCE PROTEST ISRAEL GAZA CONFLICT

Il est inderdit d’interdire. Prohibido prohibir. Ese fue uno de los eslóganes de las protestas estudiantiles que sacudieron París en el mes de mayo de 1968. Los jóvenes franceses empezaron plantándose contra la Universidad y el Estado para exigir reformas educativas, y acabaron logrando el apoyo conjunto de sindicatos y masas populares en su desafío al poder, paralizando la joven Quinta República del general De Gaulle.

Los 60 gritaban ruptura: con el colonialismo, la guerra y el sistema capitalista. Todo en uno. En Columbia, Nanterre y Berkeley se estudiaba a Karl Marx y al Che Guevara. Era el tiempo de los Beatles y los Rolling, de Bob Dylan y el movimiento hippie: nacía una nueva generación que tomaba como insignia la libertad sexual, la resistencia pasiva y la protesta no violenta contra el rearme nuclear y la guerra en Vietnam.

En esta otra primavera, 56 años después, las universidades de Estados Unidos y Francia vuelven a atraer atención y titulares. Los buques insignia de sus sistemas educativos (Columbia, Harvard, Sciences Po...) están en el centro del debate público por las acampadas y manifestaciones que sus estudiantes han organizado en protesta contra la guerra en Gaza. Exigen divestment (desinversión, en inglés): terminar la colaboración institucional con corporaciones que se beneficien de la invasión israelí de la Franja y desplegar ayudas para estudiantes palestinos, entre otras demandas. La dirección de las universidades ha respondido con dureza, permitiendo la entrada de la policía en los campus para expulsar y arrestar a los manifestantes, en una decisión controvertida.

Las protestas han generado un acalorado debate público sobre la libertad de expresión y sus límites. Las partes se intercambian acusaciones de antisemitismo y colaboracionismo con un genocidio, y la pugna por el relato se ha trasladado de los campus a los medios de comunicación. El mes pasado, tras la ocupación estudiantil con banderas y cánticos de un anfiteatro de Sciences Po, el primer ministro galo Gabriel Attal se presentó por sorpresa en el centro de excelencia parisino para anunciar que se sancionaría duramente a los alborotadores.

Este lunes, la presidenta conservadora de la región parisina, Valérie Pécresse, ha anunciado que suspende toda la financiación regional de la universidad hasta que se restablezca el control sobre "una minoría de radicalizados islamo-izquierdistas". Y es que 2024 es un año electoral, y el tema es demasiado jugoso para que los partidos franceses no traten de rentabilizarlo en la campaña de los comicios europeos, donde los ultraderechistas de Marine Le Pen destacan claramente en los sondeos.

Su inmovilismo respecto a la invasión de Gaza también le está costando caro a Joe Biden, que se asoma al precipicio con la ciudadanía estadounidense acudiendo a las urnas en noviembre para decidir si lo mantienen en la presidencia o le abren la puerta de nuevo a Donald Trump. El apoyo del activismo de izquierdas y los jóvenes fue clave en 2020 para que el demócrata llegara a la Casa Blanca. Hoy parece que Biden no puede darlo por supuesto.

Los más ingenuos aún se sorprenden de que en las escuelas de élite los jóvenes más politizados de Occidente se pronuncien sobre el tema del año en política internacional. Se trata a la vez de una cuestión de compromiso y de despertar generacional. La sociedad estadounidense y la francesa comparten históricamente un apoyo decidido a la creación y defensa del Estado de Israel y, al contrario que en España, la lucha del pueblo palestino cuenta con un apoyo marginal entre la ciudadanía y los decisores políticos, un apoyo normalmente escorado a la izquierda. Sin embargo, una nueva generación, rebelde, se abre paso y pide un cambio de rumbo.

El mayo francés del 68 tuvo más repercusión e influencia en el propio imaginario colectivo que en el tablero político. Buscaban la playa bajo los adoquines y no la encontraron. Sin embargo, la juventud se consolidó como un nuevo sujeto activo indiscutible por primera vez. No es poco. "Lo importante es que se haya producido cuando todo el mundo lo creía impensable y, si ocurrió una vez, puede volver a ocurrir", dijo Jean-Paul Sartre. Aquella otra primavera plantó una semilla imprescindible para futuras conquistas sociales y abrió la puerta a reivindicaciones por desarrollar, como la feminista o la ecologista, seguramente hoy descabelladas de no haber existido. Está por ver en qué queda esta nueva movilización. Por ahora, ya ha conseguido entrar en la agenda pública y obligar al poder a retratarse.

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