Manuel Mostaza Barrios Politólogo y Director de Asuntos Públicos de ATREVIA
OPINIÓN

Melancolías, o cuando (casi) todos ganan

Imanol Pradales, este domingo en Sabin Etxea, la sede del PNV en Bilbao
Imanol Pradales, este domingo en Sabin Etxea, la sede del PNV en Bilbao
EFE
Imanol Pradales, este domingo en Sabin Etxea, la sede del PNV en Bilbao

Los resultados de la jornada electoral en el País Vasco trajeron más ganadores que perdedores: el incremento de la participación -las de 2020 se celebraron en plena pandemia- hace que todos los partidos con representación hayan obtenido más votos que hace cuatro años. Si a ello le sumamos que el único que pierde escaños, el PNV, vaya a poder seguir gobernando, tenemos como resultado una semana de felicitación entre todos los partidos

Gana también un PSOE que, resignado a su papel secundario en el parlamento, podrá seguir en el gobierno autonómico, y ganan desde luego un PP que crece en Álava, su feudo natural, y un VOX que consigue retener su único escaño por ese territorio. Finalmente, destaca la entrada de Sumar, con un único representante alavés. Y si hay otro ganador claro son las encuestas, como la publicada por este periódico días antes de los comicios. De nuevo, y por eso nunca es noticia, volvieron a estimar con gran precisión las grandes tendencias de lo que ocurrió el domingo. Entre los perdedores, Podemos, una formación ahora extraparlamentaria y que llegó a ser la fuerza más votada en el territorio en las elecciones generales de 2016.

Aún así, la realidad es siempre más compleja. Estas elecciones confirman la disonancia que hay entre la narrativa de los dos grandes partidos y los intereses de los ciudadanos: la independencia no interesa a gran parte de la ciudadanía vasca, pero vota de manera mayoritaria a dos partidos que la defienden. Sus ciudadanos se expresan de manera mayoritaria y habitual en castellano, pero dan mayoría a dos partidos que defienden un proceso aún más asfixiante de euskadunización en la vida pública de la sociedad vasca…. Algo de esta disonancia entre la hegemonía nacionalista y la realidad de la calle se observa también cuando uno analiza la participación: sigue siendo más baja en las elecciones autonómicas que en las que se convocan a Cortes Generales.

Pese a esta complejidad, los datos son rotundos: una formación legalizada con una gran polémica en 2012 por sus vínculos con ETA, que no considera a ETA una banda terrorista, que está dirigida por una persona que ejerció al menos de secuestrador y que puebla sus listas de gente con antecedentes, ha estado cerca de ganar las elecciones. Hace poco hubiéramos tachado de loco a quien hubiera previsto un resultado así, pero es que, como dice el politólogo Javier Redondo "hace poco eran otros tiempos".

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