'La primera mestiza' relata la historia de Francisca Pizarro, "una mujer extraordinaria que no merece ser olvidada"

Carmen Sánchez-Risco, con su novela 'La primera mestiza'.
Carmen Sánchez-Risco, con su novela 'La primera mestiza'.
CEDIDA
Carmen Sánchez-Risco, con su novela 'La primera mestiza'.

La niña, apenas una adolescente, pasaba cada mañana ante el impresionante palacio de los marqueses de la Conquista que hay en la plaza mayor de su pueblo, Trujillo, en la provincia de Cáceres. Y por alguna razón se quedaba mirando un busto en piedra que está allí, junto al balcón que hace chaflán, en el primer piso. Es una mujer con un curioso sombrero que recuerda un poco al "saturno" o teja que hace años llevaban los curas. No es fácil decir si sonríe o no. Y la niña no sabía quién era. 

Años después aquella niña, que se llamaba Carmen Sánchez-Risco, creció, estudió Historia, se especializó en Arqueología y descubrió que aquella mujer de piedra que parecía mirarla en silencio desde la pared del palacio se llamaba Francisca Pizarro Yupanqui: una mujer extraordinaria que hizo construir precisamente aquel edificio, que era hija del legendario conquistador del Perú (Francisco Pizarro, primer marqués de la Conquista), descendiente directa de los emperadores incas, y que vivió una vida cuya intensidad superaba con mucho la imaginación de los mejores novelistas. Y decidió que sería ella, Carmen, quien escribiese la vida de aquella mujer singular, heredera de dos mundos, a la que en su tiempo llamaban "Francisquita".

Así empezaron a gestarse las casi 650 páginas de La primera mestiza, que acaba de publicar Harper Collins. Es la primera novela de su autora y ha ganado el V Premio de Novela Histórica, en Pozuelo de Alarcón.

“Ya ves que el personaje me interesó desde siempre”, dice Carmen, “pero al principio lo que quería hacer era una serie documental para televisión. Luego me di cuenta de que necesitaba contar la historia de esta mujer. O, mejor dicho, que la contase ella misma: es la propia Francisca ya que, ya de mayor, se pone a escribir sus recuerdos… Tardé nada más que dieciocho meses en el trabajo de redacción, pero más de diez años en documentarme, visitar archivos, leer montañas de legajos. Porque en aquel tiempo todo el mundo escribía al Rey, se pasaban la vida escribiendo".

No sé
Escultura de Francisca Pizarro en el palacio de los marqueses de la Conquista, en Trujillo (Cáceres).
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Francisca Pizarro Yupanqui, que formaba parte de la familia real del imperio inca (también se le llama Incario o Tahuantinsuyo) fue separada de su madre cuando tenía cuatro años. A los siete, los propios españoles asesinaron a su padre. Cuenta de primera mano la inmensa crueldad de aquellos incas, que fueron vencidos por los españoles, igualmente crueles, gracias a que había muchos pueblos sometidos que se pusieron de parte de los recién llegados, aquellos gigantes de cuatro patas que podían partirse por la mitad y caminar sobre dos pies (nunca habían visto un caballo). Planearon matarlos a todos, salvo al brujo que tenía el don de volver jóvenes a los viejos (nunca habían visto un barbero).

"Esa Arcadia feliz que nos cuentan que era el imperio inca", dice la autora, "llena de indios buenos que cultivaban frutas y se pasaban la vida estudiando los astros, es un absoluto invento de los actuales buenistas. Eran tan feroces y tan despiadados, al menos, como los que llegaron del otro lado del mar. E igualmente astutos. Francisca Pizarro comprueba muy amargamente que esas son pasiones, o vicios si quieres, universales; están en todas partes y en todas las épocas. Son arquetipos".

La autora siempre se sintió atraida por la figura de la hija de Pizarro.
La autora siempre se sintió atraida por la figura de la hija de Pizarro.
Edicion-07

Francisca fue obligada a trasladarse a España a los 16 años; se casó con su tío Hernando y fue amante de su otro tío, Gonzalo, antes de volver a casarse (ya mayor) con un aristócrata. Heredera de una gran fortuna, vivió la vida más extrema y alucinante que pueda imaginarse. Es una novela de mujeres tremendas: Quispe Sisa, su madre; María Escobar, la mujer que introdujo en América el cultivo del trigo y la cebada; Inés Muñoz, la 'matrona' que protegió a los hijos de Pizarro hasta que viajaron a España… "Es que eran así. Esta es una novela de mujeres muy fuertes, no tienen nada que ver con el estereotipo de la pobre mujercita apocada y metida en su casa. Las que viajaron a América eran mucho más libres. Francisca era excepcional porque le tocó vivir el choque entre dos mundos, el incaico y el español, pero las demás no eran menos duras. Y ni ella ni las otras merecen ser olvidadas".

Francisca, además de capear el enorme temporal que supuso el traumático final de un imperio despótico y el triunfo de otro (y ella era la primera mestiza, la hija de ambos mundos) vivió amores ardientes, contempló crímenes horribles y pudo perder la vida veinte veces hasta que, con su fortuna y sus títulos, se dedicó a la vida cortesana durante el reinado de Felipe II.

Para escribir este libro, Sánchez-Risco ha invertido 10 años de documentación.
Para escribir este libro, Sánchez-Risco ha invertido 10 años codumentándose.
HARPER COLLINS

Tan solo las cien últimas páginas del libro, el enorme Apéndice documental, dan para una tesis doctoral en toda regla. Pero la novela propiamente dicha es una aventura fascinante. "Lo que yo he hecho", dice Carmen Sánchez-Risco, "es algo parecido a los pasatiempos que había en los tebeos infantiles: unir con la escritura los puntos que forman una historia monumental. Esos puntos, que son miles, vienen de la investigación histórica: todo es verdad. Esta es la vida de una de las mujeres más fascinantes que han existido en nuestro país, aunque hoy haya caído casi en el olvido. Pero yo nací en Trujillo y no podía dejar de contarla. Aquella mujer me miraba todos los días desde la pared de aquel palacio, como si me dijese: ‘Estoy aquí’. Pues ya está hecho".

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