No basta lamentar que un padre haya acabado con la vida de sus hijos gemelos y asesinado a la madre en su casa de El Prat de Llobregat.
No basta con apenarse porque siete menores hayan muerto a manos de su progenitor –sí, siempre en masculino–, en lo que va de año. Ni afligirse por el asesinato de nueve mujeres a manos de su pareja o su ex.
No basta. Y solo hay una forma de evitarlo. Denuncien cuando escuchen una discusión violenta que afecta a su vecina. Denuncien cuando su cuñado actúe airado contra su hermana. Denuncien cuando haya menores asistiendo a escenas de ira o en situaciones comprometidas.
El silencio colectivo es un cómplice peligroso de la violencia machista.
Comentarios