Un grupo de científicos trata de desvelar un misterio paleontológico de casi 2 siglos sobre fósiles óseos gigantes hallados en Europa

Una reconstrucción de un ictiosaurio gigantesco, flotando muerto en la superficie del océano.
Una reconstrucción de un ictiosaurio gigantesco, flotando muerto en la superficie del océano.
MARCELLO PERILLO / UNIVERSITY OF BONN
Una reconstrucción de un ictiosaurio gigantesco, flotando muerto en la superficie del océano.

Durante más de un siglo y medio, fragmentos de huesos fósiles de gran tamaño hallados en distintas regiones de Europa han planteado un enigma a los paleontólogos. Ahora, gracias a una investigación de la Universidad de Bonn, se ha ofrecido una explicación de su posible origen tras analizar la microestructura de los fósiles y los resultados han revelado que provienen de la mandíbula inferior de ictiosaurios gigantes, animales marinos que podían alcanzar los 25 a 30 metros de longitud, comparables en tamaño a la ballena azul actual. Los detalles de este descubrimiento han sido publicados recientemente en la revista PeerJ.

Desde el hallazgo inicial reportado por el naturalista británico Samuel Stutchbury en 1850, de un enigmático fragmento óseo en Aust Cliff, cerca de Bristol, se han encontrado huesos similares en diferentes localidades de Europa. Estos incluyen Bonenburg, en Renania del Norte-Westfalia, y la región francesa de Provenza. Estos lugares, que hace más de 200 millones de años estaban sumergidos bajo un vasto océano, han conservado fósiles que nos ofrecen una ventana a la vida marina y costera de la época.

La identificación precisa de estos grandes huesos fósiles ha sido objeto de debate durante décadas. Inicialmente, se sugirió que podrían pertenecer a labyrinthodontia, un tipo de criatura terrestre extinta. Sin embargo, otras teorías han apuntado a dinosaurios saurópodos, estegosaurios o incluso a un grupo completamente desconocido de dinosaurios. A principios del siglo XX, algunos investigadores propusieron que los fósiles podrían ser de ictiosaurios gigantes, teoría que no se había confirmado hasta ahora.

Investigación reveladora

Marcello Perillo, quien lideró el estudio como parte de su tesis de maestría en el Instituto de Geociencias de la Universidad de Bonn, ha logrado demostrar, mediante el examen de la microestructura del tejido óseo fosilizado, que estos fragmentos óseos pertenecen indudablemente a ictiosaurios. La osteohistología, o análisis del tejido óseo, ha permitido establecer conexiones claras con este grupo animal, gracias a una estructura ósea inusual que incluye largas hebras de colágeno mineralizado entrelazadas de manera característica, una particularidad no observada en otros grupos de animales estudiados.

Implicaciones del descubrimiento

Este hallazgo no solo resolvería un antiguo misterio paleontológico, sino que también aporta datos valiosos sobre las características y la diversidad de los ictiosaurios. Estos seres, que vivieron en los océanos del mundo desde principios del Triásico, hace unos 250 millones de años, alcanzaron tamaños comparables a las mayores ballenas modernas. La peculiar estructura de sus mandíbulas sugiere una adaptación a fuertes fuerzas, posiblemente indicando comportamientos alimenticios activos y especializados.

A pesar de los resultados este estudio sobre el origen de los fósiles, aún quedan incógnitas por resolver, como la extensión total de estos gigantes marinos, que solo podrán esclarecerse con el descubrimiento de fósiles más completos. La investigación subraya la importancia de la paleontología y la osteohistología en la comprensión de la evolución y la biodiversidad del pasado, proporcionando una perspectiva única sobre la vida en la Tierra hace millones de años.

Este descubrimiento no solo pone fin a un debate centenario sino que también abre nuevas vías de investigación sobre la vida y el comportamiento de los ictiosaurios, mostrando una vez más cómo el estudio de los fósiles puede alterar nuestra comprensión de la historia natural.

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