El castillo de Glamis, la "casa encantada" de la familia real británica

El castillo de Glamis, en Escocia.
El castillo de Glamis, en Escocia.
DeAgostini / Getty
El castillo de Glamis, en Escocia.

Se dice de él que puede ser perfectamente el lugar más embrujado de toda Escocia. No por nada entre sus muros se dan cita muy diversas leyendas de fantasmas y sucesos paranormales, quizá también porque tiene una importante antigüedad: aunque hay evidencias de que en dicho lugar se levantaba una fortaleza desde al menos el siglo XI, el actual castillo de Glamis data de principios del siglo XV.

Situado en Escocia, en Angus, a una hora y media en coche al norte de Edimburgo, ha estado toda su historia ligado a la familia real británica, ya que su construcción se debe a Sir John Lyon, chambelán y yerno del rey Roberto II, si bien quizá sea más preciso hablar de su nexo más cercano en el tiempo: Isabel Bowes-Lyon, la Reina Madre, descendiente directa de John Lyon.

El castillo de Glamis fue el hogar de soltera de la futura reina consorte por su casamiento, antes de saber que ascendería al trono, del rey Jorge VI, entonces duque de York. De hecho, fue en este lugar donde nació la princesa Margarita, segunda hija del matrimonio y hermana pequeña de la reina Isabel II, que se convirtió así en la primera princesa nacida en Escocia en casi tres siglos.

La mujer sin lengua

Comenzamos el repaso a sus embrujos y fantasmas por la leyenda de la mujer sin lengua [The Tongueless Woman]. El castillo de Glamis todavía se puede visitar y, según parece, este espectro es el más desagradable de quienes lo han creído ver.

Se trata de una mujer sin un pasado conocido —se especula con una sirvienta que descubrió un terrible secreto y que amenazó con contar la verdad— que aparece vagando por los terrenos o enrejada detrás de algunas ventanas y a quien se le derrama la sangre por la boca mientras se señala la herida que le da su nombre.

La Dama Gris

La leyenda de la Dama Gris —The Grey Lady— sí tiene un nombre concreto ligado a ella: Janet Douglas, también conocida como Lady Glamis, dado que su primer marido fue dueño del castillo, Lord Glamis, con quien tuvo un hijo. Fue acusada de acabar con la vida de su esposo mediante envenenamiento tras la muerte de este en 1528, pero poco después fue absuelta y volvió a casarse.

Sin embargo, acabaría siendo condenada a morir en la hoguera el 17 de julio de 1537 en Castle Hill, en Edimburgo, por haber echado mano de su supuesta brujería contra el rey Jaime V de Escocia. Aunque las acusaciones eran obviamente falsas, fue enviada al calabozo del castillo de Edimburgo junto a su segundo marido, Archibald Campbell, quien consiguió escapar, pero que acabó siendo asesinado.

Según las leyendas escocesas, a la Dama Gris se la puede ver deambular tanto por la casa en la que vivió, el castillo de Glamis, como en el que murió, ya que su fantasma también ha sido visto en la fortaleza de la capital escocesa.

El conde Beardie y el diablo

Alexander Lindsay, cuarto conde de Crawford, también conocido como el conde Beardie —Earl Beardie— es el protagonista de otra de las más famosas leyendas del castillo de Glamis. Sobre todo, porque ha pasado a la historia como un hombre cruel, borrachuzo y ludópata. Y precisamente dicha afición por apostar jugando fue su perdición y su maldición.

Aunque hay varias versiones —por ejemplo, que estaba solo y no tenía a nadie ya con quien apostar pues se había quedado sin amistades— la más extendida habla de una noche de sábado en la que jugaba a las cartas con varios compañeros cuando estos le recordaron que no se podía seguir jugando después de la medianoche, pues apostar en domingo es sacrilegio.

El conde hizo caso omiso y pronto alguien llamó a la puerta: un caballero alto, con abrigo largo, que le invitó a seguir jugando en su habitación, a lo que Alexander, borracho, accedió. Según parece, un sirviente, alarmado por unos alaridos, se quedó tuerto cuando, al mirar por el ojo de la cerradura, vio al conde arder en llamas, pues el otro jugador no era sino el mismo diablo y le había ganado su alma.

También hay quien dice que el demonio condenó a Earl Beardie a seguir jugando en una habitación secreta del castillo, pues en el castillo de Glamis aún se pueden oír tanto sus gritos por perder y abrasarse como el repiqueteo de unos dados...

El joven sirviente

Apenas se sabe nada de esta leyenda, más allá de algunos avistamientos en varias visitas al castillo. Se trata del espíritu de un joven sirviente que aparece sentado en el banco de piedra que hay  junto a la puerta de la habitación de la reina, como si siguiese cumpliendo su cometido, diciendo algunos que fue el último que se le encomendó. Quienes le han avistado afirman que es una aparición de cuerpo completo y siempre en dicho lugar, porque no se le ha visto ni oído en ningún otro lugar de la casa.

El clan Ogilvy

Cuenta esta historia que, durante un conflicto entre familias a finales del siglo XV, el clan Ogilvy huyó al castillo de Glamis para buscar refugio tras un ataque del clan Lindsay. Lord Glamis les dio la bienvenida, prometió ayudarles y esconderles y les conminó a que se escondieran en una cámara secreta de la casa. Sin embargo, Lord Glamis era amigo de los Lindsay y decidió sellar la puerta y dejar morir dentro a los Ogilvy.

No fue hasta siglos más tarde cuando otro conde del castillo decidió investigar lo sucedido, después de años de rumorología fantasmal, y encontró los esqueletos de los Ogilvy, colocados de manera que daba a entender que acabaron recurriendo al canibalismo para intentar sobrevivir. Hoy en día, es una de las salas donde los visitantes más incómodos se sienten. 

El monstruo de Glamis

Fue declarado muerto el día en que nació, pero parece ser que no fue así, sino que Thomas Bowes-Lyon, el primogénito de los Strathmore (los tatarabuelos de la reina Isabel II), nació gravemente deforme el 21 de octubre de 1821 y sus padres decidieron encerrándolo en una mazmorra del castillo de Glamis.

Sus gritos constantes, que retumbaban por todos los muros, así como que a veces se le permitía salir por la noche y siempre fuera de la vista de cualquiera que estuviese ese día en el castillo —lo que hizo que se especializase en caminar por los tejados y los parapetos del castillo, y en rincones sombríos de los terrenos— fueron los que contribuyeron a la creación de la leyenda del 'Monstruo de Glamis'.

Tres datos reales: un cementerio de animales, Shakespeare y una violación reciente

Y ahora tres datos que se pueden fácilmente comprobar. El primero es que en un claro del bosque alrededor del castillo de Glamis se esconde un pequeño cementerio de animales, mascotas que fueron compañeras de, por ejemplo, la Reina Madre. Entre una enorme cantidad de perros hay, además, un par de cobayas.

El segundo dato es que Shakespeare, aunque más como licencia literaria que siendo fiel a la realidad, hizo que uno de sus personajes más ilustres, Macbeth, fuese thane de Glamis, un título similar al de barón en la Escocia medieval. Además, el castillo tiene una habitación llamada Duncan’s Hall por el rey Duncan I, otro personaje histórico que aparece en la obra del dramaturgo y poeta —al que Macbeth, por cierto, asesina—.

Por último, hay que remontarse muy poco para otra de las historias truculentas sucedidas en el castillo de Glamis. En 2020, Simon Bowes-Lyon, conde de Strathmore y Kinghorne, fue acusado de violar a una joven de 26 años en una de las habitaciones. El primo de la reina Isabel II, que se declaró culpable, fue condenado en 2021 a diez meses de cárcel, aunque se enfrentaba a una pena de cinco años.

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