Bizarrap se marca un espléndido junte con Natanael Cano, el 'OG' de los corridos tumbados

El porteño se ha vuelto a embarcar, como ya hizo anteriormente, en el formato EP para crear un trabajo más largo y refinado.
El porteño se ha vuelto a embarcar, como ya hizo anteriormente, en el formato EP para crear un trabajo más largo y refinado.
El porteño se ha vuelto a embarcar, como ya hizo anteriormente, en el formato EP para crear un trabajo más largo y refinado.
El productor Bizarrap y el cantante Natanael Cano.
@bizarrap

Para los mexicanos, tumbado no es tanto sinónimo de acostado como de caído; tumbados es como llevaban los pantalones los chamacos jóvenes que escuchaban rap y patinaban con skates influidos por la cultura hip-hop que permeaba por la frontera estadounidense; tumbado es como se le llama también al nuevo corrido, una perfecta fusión del sonido regional mexicano con las tendencias y temáticas que sobrevuelan las golfis de oro de los raperos, y que Bizarrap ha querido traer a su popular formato.

El 4 de abril, el icónico productor argentino estrenaba su nueva session, ya la número #59. Podríamos hablar de canción, sin embargo, el porteño se ha vuelto a embarcar, como ya hizo anteriormente, en el formato EP para crear un trabajo más largo y refinado.

Tal y como hizo con el joven argentino Milo J, Bizarrap ha aprovechado el nuevo junte para salir de su zona de confort – y de su estudio – y convertir su BZRP Music Sessions #59 en un EP con dos canciones, Endiamantado y Entre las de 20. Para lograrlo, ha decidido apostar por Natanael Cano, una leyenda en pleno auge.

Presentar a Natanael Rubén Cano Monge en España quizá sea importante, pero hacerlo en México – o en toda Latinoamérica, incluso – sería una falta de respeto; sería como tener que presentar a Elvis Presley o Daddy Yankee, y no es ninguna exageración: Natanael Cano es el precursor e inventor de un género, el de los corridos tumbados.

México siempre ha destacado por ser una tierra de culturas y sonidos brillantísimos, y uno de los más icónicos ha sido el corrido. Este sonido regional, cuyos orígenes pueden remontarse hasta las coplas populares que se cantaban en plena revolución para informar del avance de la dicha, ha ido siempre acompañado de guitarras, acordeones y trompetas, y ha servido para mostrar todo tipo de gestas y logros, también los de los narcotraficantes.

A finales del siglo XX, cuando los cárteles mexicanos cogieron fuerza y vinieron a reemplazar a los colombianos en cuanto a poder y carnicerías, este regional empezó a popularizarse para contar los avances y gestas de las bandas, sin embargo, también servía para describir la sociedad en la que se vivía. Mientras algunos cantantes – muchos, pagados por el narco – elogiaban con sus piezas a los líderes más populares de estos poderosos clanes, otros tantos se dejaban llevar por su sonido y aprovechaban para cantar a sus tiempos, sus mujeres y sus vicios: se había creado una cultura popular.

Como todos los sonidos regionales, estos cantos empezaron a perder influencia con la entrada del nuevo milenio y la propulsión de nuevos estilos y ritmos traídos por los que ellos llaman gringos; poco a poco, el corrido se estaba convirtiendo en algo para muy cafeteros, incluso de viejos, muy vinculado a las raíces del narco y su cultura popular. El corrido no conectaba con los jóvenes, quienes preferían otros estilos populares como el trap o el rap, sin embargo, ahí estaba Natanael Cano para cambiarlo todo.

Este joven de tan solo 23 años, con la fiel compañía del productor Jimmy Humilde, vio en el enraizado corrido una oportunidad de hacer algo nuevo; una oportunidad de darle una vuelta a ese sonido inoculándolo con los temas tratados por los traperos y raperos que tan bien conectaban con los chavales, además de su estética: había que cambiar el sombrero de cuero por el cadenón de oro y las Jordan Retro 4.

A los 18 años y tras largarse de Hermosillo, su ciudad natal, para asentarse en Los Ángeles, sacó El de las lentes Gucci, la primera canción que combinaba ese despliegue ostentoso trapero con los acordeones y guitarras de su infancia. El tema funcionó bien, mucho, e inoculó en Natanael Cano el virus del éxito, el dinero y la fama.

Portada de la revista The Walk protagonizada por Natanael Cano
Portada de la revista The Walk protagonizada por Natanael Cano
The Walk

En 2019, el joven mexicano conseguiría un logro que muy pocos otros pueden presumir: el cantante más importante del mundo se encaprichó de él. Tras sacar El Diablo, Bad Bunny comenzó a escuchar al mexicano y le pidió personalmente, según cuentan las coplillas traperas, grabar el remix. Y así se hizo, consiguiendo que toda Latinoamérica se fijara en Cano.

El nombre de este estilo viene de la fusión de la palabra tumbado, que describe todo lo opulente del mundo urbano, con el del género regional, y fue acuñado por el propio artista en Corridos Tumbados Volumen 1, su primer y potentísimo álbum.

Este género no ha dejado de dar alegrías a la música, pues poquito a poquito ha ido conquistando el mundo. En este momento, quizá el más reconocido de esta escuela sea Peso Pluma, quien conquistó el mundo con su crónica amorosa Ella baila sola – en la que participó el también maravilloso Eslabón Armado – y se consolidó como un artista de primer nivel con el álbum Génesis.

Toda esta fusión musical de la terrible narcosociedad mexicana con las gorras planas y los chándales Gucci x Adidas ha llamado la atención del propio Bizarrap, el productor latino más influyente, pues, tras estrenar hace unos meses su session con Peso Pluma, ahora ha apostado por el pionero, el inventor, el OG.

En esta nueva session/EP, Natanael Cano se desenvuelve maravillosamente y deja a Bizarrap en una posición más de actor secundario, quien no plasma con tantísima claridad su estilo en la producción como en otras ocasiones y deja que el mexicano aflore, como en una crónica musical, toda la capacidad narrativa – esta es una clave del éxito de los corridos tumbados – que el chaval tiene. 

Mientras en la primera de las dos canciones experimentan con sonidos más electrónicos, en Entre las de 20 Biza deja hacer por completo a Cano y bajo el telón de un videoclip en el que el productor argentino no acaba muy bien, se siente que representan con rotundidad, tanto en la estética como en el fondo, los rasgos más característicos del nuevo género.

Con alguna reminiscencia a los orígenes narcos del corrido – “me gusta lo caro como a Rafa Caro”, canta el músico referenciando al histórico fundador del Cártel de Guadalajara –, la letra se sumerge en las aspiraciones de un chaval que lo quiere absolutamente todo, pero también sabe quién es.

Natanael Caro es consciente de la influencia que ha tenido y tiene en el género, sin embargo, quiere llegar más lejos todavía y, como él mismo canta, no se conforma con ser una leyenda entre todos los veinteañeros. 

Lo quiere más y más chingón.

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