Vuelta a España tras una semana atrapados por el viento en las Azores: "No sabíamos cuándo leches íbamos a salir de allí"

Belén Hernández y su pareja, a su llegada a la isla de Flores, en las Azores.
Belén Hernández y su pareja, a su llegada a la isla de Flores, en las Azores.
CEDIDA
Belén Hernández y su pareja, a su llegada a la isla de Flores, en las Azores.

Un avión aterrizó este martes en el aeropuerto de la isla de Flores, en el archipiélago portugués de las Azores. Desde el modesto edificio de la terminal, asomados a la ventana que da a la única pista, una cincuentena de españoles recibieron la aparentemente sencilla maniobra con una ruidosa ovación. Algunos se abrazaron. Otros gritaban alabando al piloto: "¡Es un máquina!".

El inusual recibimiento tenía una explicación. Ese avión era su oportunidad de volver a casa después de una semana atrapados en la isla por los fuertes vientos que solo habían dejado aterrizar a media docena de aviones desde el miércoles de la semana anterior. El pequeño aeropuerto se había convertido en un hervidero de españoles desde mediados de la semana pasada. Los miembros del variopinto grupo se conocían ya por sus nombres y se saludaban cada día con resignación ante la rutinaria mala noticia: su vuelo se había vuelto a cancelar.

Una multitud de pasajeros atrapados abarrotan el pequeño aeropuerto de la isla de Flores, en Azores.
Una multitud de pasajeros atrapados abarrotan el pequeño aeropuerto de la isla de Flores, en Azores.
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El viento lleva azotando la isla, ubicada en medio del Atlántico, a 1.835 km de la Península Ibérica, desde el pasado fin de semana. Solo cinco aviones de pequeño tamaño habían logrado aterrizar hasta el martes y volver a abandonarla con alguno de los desventurados turistas que veían cómo pasaban los días y la situación no daba visos de solución, mientras alargaban forzadamente unas vacaciones que se convirtieron en un pequeño infierno en el paraíso.

"Había familias con niños, una chica embarazada, el aeropuerto era como un pueblo, ya nos conocíamos a todo el mundo", declara Belén Hernández, una veterinaria de Toledo de 35 años que llevaba atrapada en la isla desde el miércoles de la semana pasada junto a su pareja. "Tuvimos que alquilar un apartamento todos esos días y costearnos el vuelo desde Lisboa y ahora nos toca reclamar todo ese dinero, yo creo que unos 350 euros, pero de los daños y perjuicios que supone a nuestra vida habernos quedado ahi tirados, el estrés, perder días de trabajo… de eso no se va a hacer cargo nadie".

Un aeropuerto sometido a fuertes vientos

Flores es la más occidental de las islas Azores, un archipiélago volcánico generalmente anticiclónico, pero que se ha visto afectado por un temporal de viento y lluvia desde el final de la Semana Santa. Estas islas escasamente pobladas -Flores tiene unos 3.500 habitantes- se han convertido en un destino turístico importante en los últimos años. Su oferta de impresionantes paisajes montañosos, cascadas y playas a los visitantes, ha atraído a un número cada vez mayor de visitantes, pero su infraestructura sigue siendo limitada.

En 2021, el archipiélago portugués contaba con 367 alojamientos turísticos, de los cuales, solo 15 estaban en la isla de Flores, con una capacidad para acoger a 14.000 personas turistas, según datos de la Fundación Francisco Manuel dos Santos. Entre las distintas islas solo opera una compañía aérea, Sata y el aeropuerto de Flores se sitúa en el extremo oriental de la isla, frecuentemente sometido a fuertes vientos que pueden hacer imposible aterrizar.

Hernández y su novio tenían planeado pasar tres días en Flores antes de volar a la isla principal de las Azores, San Miguel, de donde tenían un vuelo que nunca alcanzaron a tomar con destino a Lisboa el pasado lunes. "Cuando llegamos, hacía bastante viento, pero bueno, sin más, no era un ciclón, no era el mayor viento que he vivido en mi vida, ni de broma", explica la toledana que pudo disfrutar de su estancia a pesar de todo, sin sospechar que el viento pudiera impedirles seguir con su plan de vuelos.

La realidad fue bien distinta. Al llegar al aeropuerto, unas chicas fueron las encargadas de informarles de su situación. "Se suponía que tenían que haber salido el jueves y nos dijeron: 'No, no, nosotras no salimos ayer, pero es que vosotros, ni vosotros ni nosotras, vamos a salir hoy, ni mañana, ni pasado'. No sabíamos cuándo leches íbamos a salir de allí", recuerda Hernández. El día previsto de su partida de la isla se iniciaron una serie de tediosos días de espera y de frustración ante las cancelaciones. Ningún avión podía aterrizar el Flores y, por tanto, ningún turista podía abandonar la isla.

Cuatro vuelos en 15 horas

El sábado, el día después de su fecha prevista de partida, aterrizó solo un vuelo en la isla, trayendo nuevos visitantes, pero incapaz de sacar de allí a todos los que estaban atrapados. "La gente bajaba y decía: 'Pero qué pasa, ¿por qué estáis aquí?'. ¿Por qué estamos aquí? Porque llevamos cuatro días sin vuelos y hoy es el único día que se ha volado. Si vuelves pronto, no vas a volver".

La aerolínea creó una lista de espera en la que los turistas varados se apuntaban e iban abandonando la isla en los pocos vuelos que podían aterrizar y abandonar la isla con algún asiento libre. El grupo, entre los que también había portugueses, alemanes y otras pocas personas de otras nacionalidades, se fue convirtiendo en una piña con el paso de los días. Cuando a alguien le fallaban los ánimos, tenía un abrazo o una palabra amistosa de sus nuevos compañeros de viaje. El grupo también celebró unido la inesperada solución, cuando la tarde del martes empezó a brillar el sol y remitió el viento.

Dos aviones pudieron sacar de la isla a la gran mayoría de turistas que se encontraban allí atrapados, aunque, según fuentes del Ministerio de Exteriores, aún quedan nacionales esperando una salida y desde el consulado español en Lisboa se está siguiendo la situación "muy de cerca". La única opción, en cualquier caso, es esperar a que el viento remita definitivamente y ponga fin a esta situación que estas mismas fuentes califican de "excepcional".

Para Hernández y su novio, el vuelo de salida de la isla de Flores fue el cuarto en 15 horas hasta regresar a su vivienda en Toledo. Un periplo que les llevó a las islas de Horta y San Miguel, Lisboa y, finalmente, Madrid. A pesar de todo, ya en su casa, no se arrepiente de haber elegido Azores como destino de sus vacaciones. "Al salir aplaudimos en vez de al aterrizar, y cuando vi el paisaje… es espectacular”, declara Hernández. "Mi novio me dijo: 'Espero no volver aquí en la vida'. Y yo dije: 'Yo sí, en otra época, sí. Me resisto a quedarme con mal sabor de boca'".

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