Juan Luis Saldaña Periodista y escritor
OPINIÓN

El listo, a ciencias

-Dice la tutora que haga una ingeniería y luego ya veremos.
-Dice la tutora que haga una ingeniería y luego ya veremos.
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-Dice la tutora que haga una ingeniería y luego ya veremos.

Entre las costumbres más arraigadas en nuestro sistema educativo está la de mandar a los que son muy listos a estudiar carreras de ciencias. El listo tiene que hacer “una ingeniería” dicen los que mangonean el futuro de los demás, aunque ya tienen pensado qué ingeniería tiene que hacer. No sé si esta decisión es acertada, ni si un sistema educativo que da prioridad a la habilidad numérica y científica contribuye a que cada alumno encuentre el mejor futuro posible y que, a fin de cuentas, la sociedad sea mejor.

En mi colegio había dos de esos listos muy listos. Uno de ellos quería ser filósofo, pero las fuerzas del orden lo llevaron hacia la ingeniería. Con el otro pasó algo parecido y ahora ambos parten el bacalao en la empresa privada. Me encontré con otro listísimo también y me explicó que es jefe de sección en una empresa que se encarga de fabricar el botoncito de la ventana de los coches. No está mal, pensé, aunque con su inteligencia podría manejar otros botoncitos más importantes.

Existe también una tendencia organizada y concienzuda para enviar a mujeres brillantes a estudiar este tipo de carreras. Parece que las chicas, como esos curiosos votantes en algunas elecciones, tienen la manía de elegir mal su futuro y, por lo general, no quieren ser ingenieras. A ver si las convencen. Mientras tanto, no está de más observar cómo la libertad individual de cada sujeto se abre paso.

El listo de ciencias, por cierto, tiene una tendencia natural, que es casi un instinto de supervivencia, a salirse del sistema por arriba.

El listo de ciencias, por cierto, tiene una tendencia natural, que es casi un instinto de supervivencia, a salirse del sistema por arriba. Encuentra un buen trabajo, funda una gran empresa o inventa algo y se establece y vive con abundancia de recursos una vida acomodada. No quiere saber nada de política porque en ella solo encuentra incomprensión, incompetencia, injusticia, mediocridad y obstáculos.

Alguna vez hemos visto a alguno de estos listos de ciencias entrar en la política en la edad adulta y con las espaldas cubiertas y, por lo general, ha salido escaldado. Antes, se nos colaba algún ministro que daba el perfil, pero la política ningunea a los brillantes. Quizá habría que ser más valientes como sociedad y dejar al listo que así lo quiera estudiar filosofía. Quizá alguno llegará a político y nos beneficiemos todos. En el Congreso de los Diputados están, más bien, los listillos y a esos, ya los conocemos todos.

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