Entrevista

Las Ninyas del Corro: "Hace falta que también haya pibas sobrevaloradas en la música"

Laüra Bonsai y Felinna Vallejo, de Las Ninyas del Corro
Laüra Bonsai y Felinna Vallejo, de Las Ninyas del Corro
LAURA LOBOS
Laüra Bonsai y Felinna Vallejo, de Las Ninyas del Corro

Son las más disciplinadas y, por ende, las mejores del género. 

Laüra Bonsai (1994) y Felinna Vallejo (1999), conocidas en este y otros lugares como Las Ninyas del Corro, son quizá las raperas más reputadas del género urbano. Ahora, tras varios años sin sacar disco, han vuelto transformadas (o mejoradas, si somos justos).

Estas dos artistas barcelonesas aparecen en 2021 con la publicación de Onna Bugeisha, su primer álbum. Duras, directas y con estilos muy característicos a la hora de rapear, no tardan en darse a conocer y colaborar con otros artistas de gran talla. 

Desde sus inicios, el grupo ha sido muy respetado en la escena urbana por ser "las pibas del rap", es decir, dos chicas que mantenían la supuesta esencia del género (el rapeo sobre bombos eternos, el chándal, las pintas) y se amoldaban bien a los roles masculinos. Ahora, eso ha cambiado: no son las dos pibas raperas, son las mejores raperas. 

Las Ninyas del Corro han sacado álbum nuevo, Bitches in Business, y han venido a jugar y fusilar etiquetas; su estética ha cambiado por completo, ya no son dos chicas de chándal que intentan ser aceptadas en el marco del rap, sino que son dos bitches que, eyeliner y ropa ostentosa mediante, han venido a reivindicar que pueden ir más allá de lo que se espera de ellas. 

Las Ninyas del Corro
Las Ninyas del Corro
@lasninyasdelcorro

En este nuevo álbum, que cuenta con colaboraciones espectaculares como las de Cruz Cafuné o La Blackie, y va producido por Esse Delgado, tercera pata del tridente de oro, hablan de cómo ha cambiado sus vidas estar en el negocio de la música y, todavía más importante, cómo se han dado cuenta de que estaban ahí metidas, en la pomada. 

Sobre su nuevo disco, charlan con 20Minutos cerca del centro de Madrid mientras a Felinna Vallejo, como la bitches in business que es, le hacen las trenzas para ir después a la fiesta de presentación del álbum: no hay tiempo que perder. 

Con este disco, hablan de que quieren acabar con la etiqueta del chándal en el mundo del rap. ¿Por qué?Laüra Bonsai: Parece que dentro del rap solo puede existir la estética del chándal, más todavía si eres mujer. Yo he sentido que tenía que estar en según que ondas o tendencias y creo que no hay que seguir exactamente lo que hacen los hombres, que es vestir de ciertas formas. Queríamos romper la barrera de que podemos seguir rapeando igual y teniendo el mismo discurso, pero vistiendo de algo que tampoco nos toca por clase social, ni por época ni nada. Ser hijas de puta. 

Felinna Vallejo: Y que es real. Como piba, a mí me encanta arreglarme y me encanta verme súper linda con una eyeliner que me llegue hasta la sien. ¿Por qué tengo que dejar de hacerlo para entrar dentro de lo que es ser una rapera? ¿Qué rapera estadounidense no sale a cantar sin unos pestañotes de dos metros? Ninguna, y te las tomas igual de en serio que a los pibes. Pues nosotras también, fin (risas). 

El late motiv de su disco, Bitches in Business, viene porque se dan cuenta de todo lo que han conseguido en la música. ¿Recuerdan alguna especie de, llamémoslo así, epifanía o iluminación que les hiciera ser conscientes del punto en el que estaban? FV: No recuerdo exactamente cuándo fue, pero creo que cuando empezamos con la promo y la gira de nuestro anterior disco. Es que nosotras estábamos en un punto que íbamos a La Resistencia y no sabíamos qué ponernos. Gracias a ese tipo de cosas nos dimos cuenta de que estábamos dentro. 

​LB: Y que no teníamos nada, ni una amiga estilista que nos ayudara a vestirnos. No teníamos contactos, no conocíamos a la gente. No éramos como esos nuevos artistas nuevos que según salen ya tienen de todo, que no entendemos cómo puede ser posible (risas). En mi grupo de amigas una es barrendera, la otra trabaja de teleoperadora y otra repartiendo paquetes. 

​FV: El punto fue esto que te decimos: la promo y la gira. El darnos cuenta de que no estábamos en casa, de que no estábamos durmiendo bien, de que no podíamos crear porque mentalmente estábamos en otro sitio; el ver que teníamos muchas responsabilidades con nuestro proyecto. Antes, la única responsabilidad que teníamos era escribir y grabar, ahora tenemos muchas más. Esto es una empresa, un negocio. 

Llevaban mucho tiempo sin sacar música en un mundo dominado por el algoritmo de Spotify y el consumo masivo. ¿Han sentido cierto miedo por que se olvidaran de ustedes? FV: No. Hemos hecho lo que hemos querido. Ojalá este disco hubiese podido salir antes, sí, porque significaría que habríamos tenido tiempo antes para poder crearlo; también las cosas han ido así por motivos que se escapan de nuestras manos. Pero no, yo no he sentido miedo de que la gente no volviese a conectar con nosotras porque escucho este disco y lo flipo, y si lo flipo yo, cómo no va a flipar la gente. Si tú estás contenta con tu trabajo, funciona. 

​LB: Yo pienso lo mismo. Escucho mi disco nuevo y estoy muy contenta con el resultado, igual que cuando escuché el primero. Por supuesto, hay momentos de vulnerabilidad, cuando no recibes estímulos y estás tres años sin sacar un puto tema, porque no hay manera de que te puedan reforzar desde fuera. Mientras haces el disco no existe ese feedback como cuando sacas una canción, que todo el mundo está pendiente y hablando de ti. Ha habido momentos de vulnerabilidad porque nadie hablaba de nosotras, pero entendimos que no era el momento.

​FV: También hay que ser conscientes de que nosotras no somos un fenómeno. Nuestra carrera se plantea de una forma completamente distinta, es un proyecto. ¿Por eso me voy a sentir peor? En absoluto. 

​LB: Es que no queremos estar en la onda un año, queremos que se hable de nosotras cada vez que saquemos un disco. 

Tienen un verso en su disco que dice: "molaba más cuando era una random". Parece que a los artistas se les apoya cuando están saliendo, pero dejan de molar cuando están posicionados, ¿no? LB: Sí, sí, lo he sentido constantemente. Mucho. Pero mucho, mucho de pensar que menuda rabia, porque nos encontramos a raperos que nos dicen que está muy guapo lo que estamos haciendo, pero luego no nos comparten nunca ni dicen nada en público. Es algo que me revienta, que no te cueste nada decirlo en persona, pero luego públicamente no te atrevas. Es que te falta coño, Dios 

FV: Eso, eso es lo que falta precisamente: coño (risas). Pero sí, siempre hemos sentido que cuando sale una rapera nueva opaca al resto, ¿pero por qué? Hay espacio para todo el mundo, pero parece que siempre tienes que andar luchando contra la novedad. 

LB: Sí, parece que cuando sale una piba nueva es la hostia, pero luego la gente deja de apoyarla cuando crece un poco más, de ahí la frase. Yo creo que hay que apoyar a todas las que salen, también a las sobrevaloradas. Hace falta que en la música también haya piba sobrevaloradas, que se pudran ahí en billetes (risas). 

En sus letras, me sorprende, hablan muchísimo de disciplina. ¿Son muy disciplinadas? LB: A la gente pobre nos hace falta disciplina porque no tenemos los medios; o eres disciplinado o no consigues las cosas. Si no tengo dinero, tengo disciplina. 

¿Preferirían tener los medios en lugar de la disciplina?LB: A mí es que la disciplina me encanta. 

FV: Además, con la disciplina puedes hacer dinero, pero con el dinero no se hace disciplina. 

LB: Y que los que tienen dinero son unos putos vagos. Pagan a todo el mundo para que les hagan las cosas y luego no saben hacer nada. 

Han hablado alguna vez también del clasismo en Barcelona, de dónde son. ¿Lo notan siendo dos chicas de barrio? FV: Un montón. A nosotras nos han llegado a preguntar si nos hacían la entrevista en castellano en lugar de en catalán, siendo un medio en catalán. ¿Me estás vacilando? Soy catalana, cómo no te voy a contestar en catalán, hablo los dos idiomas. ¿Por qué dudas de si puedo darte la entrevista en catalán?

​LB: Es menosprecio, se piensan que seguro que no lo hablamos bien, o que para hablarlo como lo hacemos nosotras, de nuestro puto barrio, pues mejor que no, que quedamos mal en televisión. Eso nos ha pasado. Lo notamos sobre todo en lo que es la élite catalana. No lo digo por llorar, porque yo no le lloro a esta gente, pero muchas veces nos hemos sentido excluidas de círculos, fiestas y eventos porque no molamos. Porque somos auténticas, no como ellos. Ya vendrán, ya vendrán (risas). 

Tienen otro verso en su disco que habla de las portada, las esquelas y las listas. ¿Les obsesionan mucho los números?FV: No nos obsesiona, pero tenemos que estar mucho al tanto. Ojalá no tuviéramos que estar pendientes de nada de eso, pero tenemos que estarlo. No hacemos música para llegar al número uno en tendencias de Youtube, pero si entramos, joder, bien. 

LB: No es una pesadilla, pero sí nos comparamos con otra gente. Estamos también muy acostumbrados al efecto sold-out: no todos los artistas hacemos sold-out nada más sacar la fecha. Que me da igual, porque llenamos la sala, solo que con seis meses de diferencia. 

También han comentado alguna vez la cuestión de la edad, pues parece que los referentes de todos los raperos tienen que ser clásicos de hace años y no chavales de su misma generación. ¿Sienten la brecha generacional en los nuevos raperos que van surgiendo? FV: Sí. Por ejemplo, cuando nos sentamos a hacer un tema con LaBlackie, la forma de crear que tenía ella y la que teníamos nosotras era súper distinta. Se notaba un montón. 

LV: Sí, sí; se notaba en el bagaje y en las tablas. Tampoco es que sea muchísimo más joven, pero el hecho de sentarse y la primera cosa que se le pase por la cabeza ponerla, es increíble. Nosotras pensamos cada barra trescientas veces. Mientras hacíamos la canción, envidiaba mucho esa frescura que tenía de lo hago, me mola y lo pongo sin cuestionarme. 

FV: Es algo que envidiamos de esta nueva generación, esa frescura. Y con LaBlackie tampoco nos llevamos mucho, tres años como máximo. 

LV: Además, se han permitido tener muchos más referentes musicales que nosotros. Dentro del rap todo era muy sectario, a la mínima que te gustaba el reguetón o el dancehall ya no eras rapera, tenías que escucharlo a hurtadillas; ahora eso se ha roto, todos salimos de fiesta y nos sabemos las canciones de Bad Gyal. 

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